Archivos de la categoría Biblioteca

Historia militar de la conquista de Mexico

la-llegada-ferrer-dalmau-bueno

Un libro destacable, historia pura. Primer capitulo y entrevistas:

https://www.despertaferro-ediciones.com/revistas/numero/vencer-o-morir-una-historia-militar-de-la-conquista-de-mexico-espino/

Vencer o morir. Una historia militar de la conquista de México – 2.ª edición

Antonio Espino López

Hace cinco siglos, el 13 de agosto de 1521, caía Tenochtitlán, la otrora esplendorosa capital del Imperio azteca y ahora tan devastada como sus habitantes, exterminados por la guerra, el hambre y la viruela. Un mundo, el de Moctezuma y Cuauhtémoc, el de Huitzilopochtli y el Tezcatlipoca, se extinguía, y otro, el de Cortés y Malinche, el de Cristo y la Virgen de Guadalupe, nacía. Un hito en la historia universal, que supuso un bocado de león en la conquista española de América y que marcó el nacimiento del país mestizo que es México. Un hito doloroso, pero que cinco siglos después sigue asombrando: ¿cómo pudieron Cortés y su puñado de españoles, prácticamente incomunicados, en medio de un mundo que les era totalmente ajeno y extraño, conquistar un Imperio que se enseñoreaba sobre una vasta parte de lo que hoy es México? ¿Cómo pudieron escapar en la Noche Triste y vencer a los guerreros águila y jaguar en Otumba? Antonio Espino, catedrático de Historia Moderna en la Universitat Autónoma de Barcelona, y que respondió a una pregunta similar en Plata y sangre. La conquista del Imperio inca y las guerras civiles del Perú, aborda en Vencer o morir. Una historia militar de la conquista de México la aventura de Hernán Cortés y su reducida pero extraordinaria hueste, para resaltar la poderosa personalidad del líder hispano y el papel de las armas y mentalidad europeas en contraposición con las de sus enemigos mexicas, pero evidenciando también la importancia de las alianzas tejidas con los indígenas, sin cuyo concurso la conquista habría sido imposible. Un visión renovada presentada desde el prisma de la nueva historia militar, que analiza un periodo tan fascinante como complejo libre de prejuicios y tópicos con la intención de dotar al lector de instrumentos lo más objetivos posibles para que pueda formarse su propia opinión de cómo se produjo y significó la conquista de México.  

Biblioteca: Pedro de Osuna

el-gran-duque-de-osuna-y-su-marina

EL GRAN DUQUE DE OSUNA Y SU MARINA

Prólogo de Francisco Ledesma.

El Gran Duque de Osuna y su marina (1885) es una obra de su tiempo pero aún actual, gracias a la muy sólida erudición de su prosa viva y castiza. El prólogo, escrito para esta edición (la primera en ciento veinte años) por Francisco Ledesma, enmarca y sitúa a la perfección la trascendencia e interés de las empresas navales del Gran Duque de Osuna en el Nápoles del primer tercio del siglo XVII, historiadas por el también grande Cesáreo Fernández Duro.

Libro extraordinario, muy recomendable, de uno de esos episodios de nuestra historia tan frecuentes: admirables, ocultos y desconocidos y que hay que sacar mas a la luz

Comprar libro

Articulo completo

Pedro El Grande, un «señor muy pequeño que era muy grande», según le describió Miguel de Cervantes, comprendió que para defenderse de los corsarios berberiscos que asolaban la Italia española solo servía una estrategia ofensiva. Frente a la inutilidad de las grandes flotas anuales, este atípico Duque de Osuna creó una flotilla privada durante su periodo como virrey de Sicilia y la empleó para atacar a los corsarios con sus propias armas. En sus bases. En su terreno…

A pesar de las críticas desde Madrid, la flota de Osuna cosechó grandes victorias en el Mediterráneo a principios del siglo XVII y fue creciendo en tamaño conforme arrebataban botines a los corsarios musulmanes. La lista de normas infringidas por el virrey solo era comparable a la de galeras apresadas, más de una treintena, y a la de los miles de esclavos cristianos liberados. Es por esta razón que, cuando el gran duque fue nombrado virrey de Nápoles, un reino clave para el Imperio español, el noble trasladó allí también su estrategia contra los piratas y sus barcos. Se justificó a la hora de continuar con el corso en que, a falta de medios de la Corona, ponía él los suyos, y en que no había peligro de atacar a mercaderes porque « en la Costa de Berbería no hay de esos», solo piratas.

Su nueva flota en Nápoles estuvo formada por las habituales galeras, típicas del Mediterráneo, y también por galeones, que empleó con audacia pese a ser más adecuados para el Atlántico. En total, 22 galeras y 20 galeones. La combinación de ambos tipos de nave permitió el control del Adriático y trasladó el hostigamiento hasta los dominios del Imperio turco, en ese momento volcado en sus campañas contra el Imperio safávida (Irán). Enésima demostración de lo que la batalla de Lepanto ya dejó intuir en su día: los turcos estaban perdiendo la batalla tecnológica respecto a la Europa cristiana.

Francisco de Ribera, un humilde capitán de galeones, se convirtió en leyenda en esos días por mostrar la superioridad de los barcos atlánticos y protagonizar en el cabo Celidonia una victoria que resulta inverosímil.Pedro El Grande conservó en el cargo de alférez al hidalgo y le confió al mando de un galeón de 36 cañones.

 

Desplegado en las aguas cercanas a Calabria, el alférez castellano acudió a patrullar la zona ante el aviso de velas corsarias. El galeón y una tartana, con 100 mosqueteros y 80 marineros a bordo, cayeron en la emboscada de dos galeras tunecinas, de 40 y 36 piezas de bronce, cuando perseguían a una nave sospechosa. Ribera resistió en su galeón más de cinco horas, sin que las galeras se atrevieran a abordarla y, llegada la noche, encendió fanal, lo que significaba que no tenía ninguna prisa. Cuando los enemigos se dieron por vencidos, la flota cristiana se refugió al norte de Sicilia; hizo dos presas corsarias que pasaban por allí y tras reponerse reanudó la persecución.

Francisco de Ribera buscó a sus asaltantes en la bahía que asienta la Goleta, que sigue siendo hoy la llave de la ciudad y del puerto de Túnez. Allí rindió, según Cesáreo Fernández Duro, a cuatro barcos corsarios, mató 37 turcos en ellos y rescató a 19 flamencos, antes de huir a causa del fuego desde la Goleta. En su huida perdió a uno de los cuatro barcos rendidos y, a tenor de los 42 cañonazos recibidos, casi se le hunde el suyo propio.

La temeraria acción en la Goleta asombró a Osuna, quien elogió al toledano por su arrojo «en este tiempo en que hay tan pocos de quien se pueda echar mano para esto». Le recompensó, además, con el empleo de capitán de una flota con otros barcos altos, esto es, diseñados más para el agitado Atlántico que para el sosegado Mediterráneo. La falta de remos podía ser una desventaja, pero la mayor potencia artillera de los galeones y su altura los convertía en castillos flotantes a ojos de las galeras, de gran longitud y poca altura.

La batalla del Cabo Celidonia

En el verano de 1616, la escuadra de Ribera –cinco galeones y un patache– se encontraba realizando actividades corsarias en torno a Chipre, cuando fue sorprendida por el grueso de la armada turca en el Cabo Celidonia. Patrullaba la zona ante la posibilidad de un ataque contra Calabria o Sicilia, y de repente se vieron acorralados por el enemigo.

El 14 de julio aparecieron ante el cabo 55 galeras con cerca de 275 cañones (la mayoría situados en la proa) y 12.000 efectivos a bordo. Sin perder la calma, el marino toledano se preparó para recibir al enemigo con disparos a distancia y para sacar ventaja de la mayor altura de los barcos atlánticos. Unió los seis barcos mediante cadenas para evitar que el viento aislara a alguno, mientras situó en vanguardia a su buque insignia, el Concepción, con 52 cañones.

La lucha comenzó a las nueve de la mañana y se alargó hasta el ocaso. La artillería de los galeones dejó a ocho galeras a punto de hundirse y otras muchas dañadas al final del primer día. El ataque se reanudó a la mañana siguiente, cuando, después de un consejo de guerra nocturno, los otomanos se lanzaron a la ofensiva con la obsesión de apresar la Concepción y la Almiranta, que eran con diferencia las que más daño les estaban causando. Otras 10 galeras quedaron escoradas durante esta acometida.

Así las cosas, la superioridad numérica de los turcos, que iban con sus mejores tropas de jenízaros embarcadas, renovó los ánimos. Después de una arenga a sus tripulaciones, los otomanos realizaron el asalto más crítico el día 16. La nave capitana de Ribera escupió fuego de mosquetes y cañones, como si fuera una fábrica de fuegos artificiales en llamas, para repeler el ataque turco. La intervención del galeón Santiago, defendiendo el flanco del buque insignia, infligió daños severos y dio la puntilla a los musulmanes.

A las tres de la tarde, la armada otomana arrojó la toalla con 1.200 jenízaros y 2.000 marineros y remeros muertos y 10 galeras hundidas y otras 23 inutilizadas. Por su parte, los españoles contaron solo 34 muertos y regresaron con todos los barcos a puerto, aunque dos de ellos con importantes daños.

A raíz de un triunfo que parecía imposible, Osuna recibió a Ribera como a un general romano acampado en el Campo de Marte. El toledano fue promovido a almirante por el Rey, que también lo recompensó concediéndole el hábito de la Orden de Santiago. Los galeones del virrey confirmaron la superioridad tecnológica europea en Celidonia.

Biblioteca: Contra Armada

Historia-Curiosidades_de_la_historia-Barcos-Espana-Colombia-Historia_360475241_109693890_1024x576

 Gorrochategui Luis – Contra Armada

Libro fundamental para hacer justicia a nuestra historia. Parece mentira que no se haya hecho antes.

Durante el año transcurrido desde julio de 1588, cuando zarpa de España la Gran Armada, la famosa Invencible, y julio de 1589, cuando arriban a Inglaterra los restos de su réplica inglesa, la desconocida Contra Armada, se van a consumar dos de las mayores catástrofes navales de la historia.

A la primera de ellas se ha dedicado una enorme atención. A la segunda ninguna.

«Este libro presenta en toda su magnitud un acontecimiento celosamente ocultado
durante más de cuatro siglos»

https://contraarmada.com/

Muchas obras se han ocupado de estudiar la Armada Invencible y su impacto en la historia de Europa, pero hay un episodio relacionado, de magnitud incluso superior, que apenas es conocido: en 1589, un año después de lo sucedido con la Armada Invencible, Inglaterra lanza contra España una flota de superiores proporciones. Es la invencible inglesa, la llamada Contra Armada, una expedición oculta en la historia durante más de cuatro siglos.

Tras ser repelida en La Coruña por la tenaz resistencia que encumbrará a María Pita, la Contra Armada será rematada en Lisboa por tierra y mar, abocándose a una catástrofe que duplicó las pérdidas de la Armada Invencible. Una empresaque cambió el signo de la guerra, y permitió a España continuar dominando los océanos.

Este libro, basado en documentos inéditos de archivos españoles, reconstruye día a día, y por primera vez, el destino de aquella empresa. Y su autor, el historiador Luis Gorrochategui Santos, trata de arrojar luz a por qué dos episodios similares han recibido tratamientos tan dispares.

nmediatamente después del fracaso de la Gran Armada, Isabel I de Inglaterra preparó una flota de represalia de proporciones aún mayores que su antecesora.

Fue la Contra Armada. Su objetivo era aprovechar la debilidad de la marina española tras el descalabro de la Invencible, y asestar un demoledor golpe a España que abriese américa a la pretensiones de Isabel.

Para ello debía cumplir tres misiones.

La primera y fundamental era destruir, en Santander, la Gran Armada regresada, que estaba en urgente reparación. Conseguido esto dejaría a España huérfana de flota en el Atlántico europeo.

Entonces tendría el mar expedito para cumplir su segunda misión: conquistar Lisboa. Así convertiría a Portugal en país satélite de Inglaterra y penetraría en el imperio luso. Para ello conducía al Prior de Crato, pretendiente al trono luso que Felipe II acababa de heredar de su madre, Isabel de Portugal. Crato había firmado previamente unas rigurosas clausulas que, de cumplirse, transformaban a Portugal en un protectorado de Inglaterra.

Su tercera misión era apostarse en las Azores y capturar la flota de Indias. De este modo, Inglaterra sería la nueva dueña del Atlántico y se aprestaría a usurpar las rutas oceánicas españolas.

Fracasó en los tres frentes, fue derrotada en La Coruña y en Lisboa, y regresó con unas perdidas de 20.000 hombres y mas de 100 barcos … :

https://contraarmada.com/wp-content/uploads/2018/01/ABC-26-10-11.pdf

Luis Gorrochategui (La Coruña, 1960) se graduó en filosofía por la Universidad de Barcelona. Ha compaginado su labor docente con la investigación publicando La Guerra de la Sirena. Nueva perspectiva de María Pita (2002), Contra Armada. La mayor catástrofe naval de la historia de Inglaterra (Ministerio de Defensa 2011), La Rebelión de los PIGS. La verdad oculta de la crisis y el saqueo del sur de Europa (2013), English Armada. The Greatest Naval disaster in English History (2018), Las derrotas inglesas en el Río de la Plata 1806-1807.Victoria decisiva en Buenos Aires (2018), y numerosos artículos y colaboraciones. Actualmente es profesor de filosofía en el IES Francisco Aguiar, de Betanzos.

Provervios chinos

71-jvtDJVWL._AC_SY679_

depositphotos_13295495-stock-photo-yuan-ming-yuan-pavilion

pintura-china-2

El árbol cuyo tronco consigues abarcar comenzó siendo un joven brote.

Al nacer, los hombres son tiernos y débiles, la muerte los hace duros y rígidos. Al nacer, las hierbas y árboles son tiernos y delicados, la muerte los hace secos y flacos. Lo que es duro y rígido acompaña a la muerte. Lo que es tierno y débil acompaña a la vida.

El campesino en su campo aprende siempre lo que aún no sabe, reconstituye lo que ha perdido en invierno, de forma que ayuda a la naturaleza sin querer imponerse a ella.

Cuando un árbol es duro, debe ser abatido.

El vino disipa el dolor, y cuando se está achispado es el mejor momento; nuestras elucubraciones imaginativas se transforman en poesías y excelentes versos salen espontáneamente de nuestra pluma.

Hay cuatro reglas para vivir en la montaña: hacer que los árboles no se coloquen de modo artificial, que las rocas no se pongan en orden, que las casas no presenten ningún lujo, que el corazón humano no comporte ningún artificio.

Deberíamos ver la sombra de las flores en el agua, la sombra de los bambúes bajo la luna y la sombra de la belleza detrás de la cortina de una puerta.

En cada vaso de vino, hay un caudal de poesía.

Cuando cae una lluvia fina, cierra la puerta y, sin hacer nada, tiéndete en un gran almohadón, saca agua de manantial y saborea varias tazas de té de estación, admira la luna brillante y escucha la brisa delicada. Solamente así conocerás una perfecta serenidad.

Vista desde esta montaña, aquella parece más alta.

No escuches a los demás, mira simplemente cómo se abren las flores, cómo se marchitan las flores, no digas: «Este hombre tiene razón», «Este hombre está equivocado», no dejes escapar la luna centelleante entre las flores y la brisa delicada entre los pinos, cierra tu puerta y echa una buena cabezada.

La vida en la montaña presenta ocho ventajas con respecto a la vida en la ciudad: no conoce convenciones estrictas, ni visitantes extraños, uno no se embriaga ni con los vinos ni con las carnes, no hay luchas por la propiedad, no se teme al traidor, no se disputa sobre lo que es justo o injusto, no se imprimen artículos literarios y ni siquiera existe el chismorreo.

Cuando ha cesado la lluvia y el aire es fresco, cuando tienes pocas ocupaciones y tu espíritu está disponible, escucha el sonido de la flauta de un vecino mientras las largas notas persiguen a las claras nubes y la lluvia que se aleja: te parecerá entonces que cada nota cae y se refugia en tu alma.

La presunción es el don que los dioses otorgan a los hombres de poco valor.

Los dioses te devolverán multiplicado por cien lo que des a los demás.

Aunque los peces nadan en el fondo del lago, el pescador los captura; aunque las aves vuelan alto en el aire, el cazador las alcanza, solo la profundidad del corazón humano puede sondearse.

No aceptes la condena ajena, aunque hayas actuado mal: sólo los dioses pueden condenar.

La venganza de los dioses no es inmediata, aunque se precipita con rapidez sobre quien no la espera.

Cuando bebas el agua, piensa en el manantial.

No seas muy dado a criticar la acción de tu prójimo, sólo los dioses pueden condenarlo.

Procura que nadie derrame lágrimas por ti, los dioses las cuentan una por una.

Ningún hombre conoce su destino, pero cada uno conoce su objetivo.

El Cielo no da sin razón la vida al hombre, la Tierra no produce hierba sin raíces.

Los dioses dirigen su amor hacia los hombres a los que quieren proteger.

Cuando los dioses quieren mortificar a una persona con una desgracia, empiezan enviándole una pequeña gratificación para enorgullecerla y ver si sabe recibirla con dignidad.

Cuando quieren enviar una bendición a una persona, empiezan mortificándola con una pequeña desgracia para ver si se la toma bien.

Los dioses causan la mala suerte, el hombre sabio la afronta con generosidad; los dioses aportan la pena y el trabajo, el hombre sabio los afronta con serenidad; los dioses aportan la adversidad, el hombre sabio la comprende, porque capta el ritmo de la vida.

Nadie es rey en el largo viaje hacia el reino de los dioses.

El sol no debe brillar sólo para mí, sino también para los que son más malos que yo

Se ha representado la imagen de Buda, pero le faltan los ojos.

Incluso la cabeza de Buda cambiará la tercera vez.

El Buda de cada cual es el mejor.

Todo depende de la voluntad del Cielo, ni lo más pequeño está en manos del hombre.

Quien trata de encontrar la alegría hiriendo a criaturas sedientas de ella jamás obtendrá la felicidad en el otro mundo.

 

Confucio seguido por un discípulo

La casa de los dioses es tan difícil de alcanzar como la cima de una gran palmera; el que sube hasta arriba percibe el sabor del cielo, mientras que el que cae se estrella.

No cuentes con el silencio de los valles pues los dioses están por encima de las montañas.

Las miradas de los dioses son como los rayos del sol poniente: iluminan todas las puertas.

Los hombres son para los dioses lo que las plantas de arroz para los hombres; escogen a los mejores y dejan a los demás en el agua pútrida.

Negar la existencia de los dioses es saltar a un foso con los ojos vendados.

Nunca debemos pretender tener a los dioses de nuestro lado; pueden alejarse hacia el otro.

Con o sin gallo, mañana siempre se hará de día.

Si tu corazón está exento de debilidad, no temerás que el diablo llame a tu puerta.

Antes, todas las cosas pertenecían a los dioses; luego, los dioses las prestaron a los hombres.

 

Tened por norma el saber que emana del Cielo y no os agotéis estudiando los libros antiguos

Los hombres son arcilla, y los dioses, alfareros.

Quien quiere ser temido no debe mostrarse débil con nadie, salvo con los dioses.

Cuando tiene una espada afilada suspendida sobre la cabeza, el hombre se acuerda de los dioses.

Seas justo o injusto, tras la muerte el Cielo lo sabrá.

El ave que se ayuda con sus alas es alimentada por Dios.

La cara de los dioses está bien oculta tras los rayos del sol, la lluvia y las nubes.

Los dioses ayudan al hombre que no permanece acostado boca arriba.

El hombre de bien se encuentra bajo la protección del Cielo. La oscuridad de la noche es la protección del Cielo.

La ayuda del Cielo se concede a aquel que se somete; la del hombre se concede a quien confía en él.

No enciendas una falsa hoguera ante un dios verdadero.

Mira por encima de ti mismo y agradece a los dioses la suerte que se te da.

Los mortales están sometidos al destino. Nadie es dueño de su vida.

¿Para qué cocinar si la olla está sucia?

El cobarde que teme la muerte es llevado por ella aunque intente, con una escalera, alcanzar el Cielo.

Durante treinta años, he ido en busca de los dioses: cuando por fin he abierto los ojos, he descubierto que eran ellos los que me buscaban.

Cada capullo de rosa, esperanza de las flores, sólo puede abrirse con el consentimiento de los dioses.

No aterrorices al pueblo, porque los dioses ordenan que se le deje en paz.

Si te humillas y escuchas los consejos de un sabio, tu conducta será aprobada por los dioses.

No halagues a nadie, pues la adulación es aborrecida por los dioses; si no dejas hablar a tu corazón con toda libertad, ninguno de tus proyectos verá la luz y quedarás expuesto a la vindicta pública.

Ayudar a los pobres es más importante a los ojos de los dioses que honrar a los poderosos.

Los dioses lo prevén todo, aunque los hombres tienen libre albedrío. Los dioses hacen todas las cosas en silencio.

Quien reduce su patrimonio para cederle una parte a quien no lo tiene será acogido entre los dioses conforme a la parábola de las dos ovejas que nadan: una de ellas, esquilada, logra llegar junto al pastor a la orilla, mientras que la otra, cargada con su vellón mojado, sucumbe.

El océano de dolores ilimitado, pero vuélvete, ahí está la orilla.

Es necesario poseer pan y agua si se quiere afrontar a los dioses con ventura.

Las puertas del Cielo también están abiertas para los pobres.

Vive entre los hombres como si un dios te observase; habla a tu dios como si los hombres te oyesen.

No se labra el Cielo ni se acusa al padre.

Si invitas a un pobre a participar en una comida en tu lugar, después de la muerte ascenderás un peldaño más en el reino de los cielos.

Si pudiésemos pesar la obra de los dioses, todos los destinos nos serían gratos.

Los dioses ponen a los hombres a prueba, no sólo infligiéndoles dolor, sino también aportándoles la fortuna demasiado rápido; para los unos, la recompensa es grande, para los otros es más pequeña.

Los dioses nos han prestado el mundo y así vivimos.

Ese pedazo que tienes, no se lo niegues ni a tus amigos ni a tus enemigos; no atentes contra la vida de tu prójimo ni codicies sus riquezas; así los dioses te garantizarán un lugar en el Cielo.

Los dioses se sirven de una balanza de un justo peso, ven todo lo que hacen los hombres; tú, que descansas o que te sientas o que vagas por los campos y utilizas tu tiempo de distintas maneras, no cometas acciones turbias que puedan percibir las casas cercanas y los propios dioses.

Nuestra conciencia es la voz misma de los dioses.

Si los dioses sólo fuesen justicia, su reino estaría vacío.

Frente a la muerte, todos estamos desnudos para ser iguales ante los dioses.

Quien no teme a los dioses debe ser temido por los hombres.

Los dioses no levantan nada que no puedan bajar a continuación.

Cuando los dioses crean al gusano en el lodo, crean al mismo tiempo su alimento.

Cuando los hombres sufren, los dioses sufren también.

Si los dioses no pueden vivir sin la presencia de los hombres, los hombres no pueden vivir sin la presencia de los dioses, y por lo tanto los dioses no pueden manifestar su poder sin los hombres.

 

Aquel cuya alma es firme como la roca no tiembla, aquel que ya no siente deseo por todo lo que lo suscita, aquel que no se corroe por las cosas que excitan su cólera, ese ya no puede conocer el sufrimiento

Una vez realizada la obra, retírate: esta es la ley del Cielo.

La caridad hacia el prójimo es un bien precioso; la mano tendida es una cuerda que permite subir al Cielo y consuela.

Cuando las justas enseñanzas prevalecen en el reino, quienes moralmente inferior sirve al hombre moralmente superior, y quien es mentalmente inferior sirve al hombre mentalmente superior. Cuando las justas enseñanzas no prevalecen, el pequeño sirve al grande, el débil sirve al fuerte, el hijo, al padre; por lo tanto, es necesario que el señor se comporte como señor, el vasallo como vasallo, el padre como padre y el hijo como hijo, y así la armonía reinará bajo el Cielo.

Podemos sustraernos a las desgracias que nos envía el Cielo, pero si nosotros mismos nos atraemos desgracias, ya no es viable. Bondad, justicia, fidelidad, y el gozo que aportan las virtudes, todo ello constituye la nobleza del Cielo.

Su decepción es extrema: en efecto, también deben renunciar a la nobleza del hombre.

Respeta a los espíritus celestes y terrestres, pero mantenlos a distancia.

Un hombre que posee un alma maravillosa tiene siempre algo maravilloso que decir; sin embargo, el hombre que dice cosas maravillosas no posee necesariamente un alma maravillosa digna de ser trasplantada a los jardines celestes.

El hombre justo vive su vida de forma coherente, esperando con serenidad ser el elegido por los dioses, mientras que la persona vulgar sigue caminos peligrosos, esperando en la incertidumbre que la suerte actúe en su beneficio.

La red de la justicia celeste se extiende por todas partes, aunque con grandes mallas, y no deja escapar nada.

En la guerra entre los espíritus llamados celestes y los demonios, ni los unos ni los otros luchan por la dominación del infierno; por lo tanto, cualquiera que sea el vencedor, el infierno sigue siendo el infierno.

Los chinos adoran a espíritus malignos como el dios de la Pestilencia y el dios del Fuego, maltratan a los dioses honrados como el dios de la Tierra y el dios de la Cocina; hacen lo mismo con sus emperadores.

Un hombre me dijo un día: «Ven, quiero enseñarte el lugar donde el Cielo y la Tierra se tocan». Marchamos y deposité mi cesta en una abertura del Cielo. Después de decir mi oración, quise recuperar mi cesta, pero no la hallé. Pregunté entonces a un hombre: «¿Es que también aquí hay ladrones?». Me respondió: «¡Es la rueda del Cielo que gira, espera hasta mañana y volverás a encontrar tu cesta en el mismo lugar!».

Sólo los dioses viven en la perfección y la sabiduría; el hombre vive, en cambio, en la imperfección y la desobediencia.

Nunca te burles de un hombre que está en manos de los dioses, no te muestres cruel con él si comete una falta, pues la desgracia podría visitarte.

Los hombres están hechos de paja y arcilla, los dioses son sus albañiles. Cada día, derriban y construyen, crean a su voluntad mil mendigos o mil funcionarios.

biblioteca: inglaterra derrotada

51xIbJLoU9L

un buen libro para leer y descubrir tantos episodios olvidados de la historia. Muy recomendable….

Inglaterra derrotada (Historia)

La historia naval de España está repleta de hazañas legendarias que la llevaron a convertirse, durante un largo periodo de tiempo, en la dueña de los mares. En pleno auge de la navegación, la monarquía hispánica tuvo que hacer frente siempre a un enemigo formidable, altivo y pretencioso, que le disputó seriamente la hegemonía marítima: Inglaterra.

Sin embargo, muchas de las grandes derrotas afligidas a los británicos han quedado sepultadas por el olvido y la desidia. Esta obra rescata, por fin, la memoria de aquellos acontecimientos que han sido tristemente relegados en nuestra historia y que merecen ocupar un lugar destacado en la misma por su bravura, épica y gloria.

Este libro relata con extraordinaria épica algunas de las más grandes victorias navales de España sobre Inglaterra, su mayor rival por la hegemonía marítima. Álvaro van den Brule nos ofrece con extraordinaria maestría, y un toque de humor e ironía, una selección de aquellos hechos que de una forma u otra forjaron la leyenda de una de las armadas más gloriosas de todos los tiempos, la de la Corona española. Entre éstos episodios, destacan:

  • La batalla de la Rochelle
  • El ataque a Londres del almirante Tovar
  • La leyenda de Pero Niño
  • La batalla de San Juan de Ulúa
  • La inigualable gesta del capitán Cuéllar
  • Los enfrentamientos contra Francis Drake
  • La batalla de la isla de Flores
  • El maestre de los Tercios Juan del Águila en Kinsale
  • Cornualles y las incursiones en el sur de Inglaterra
  • La leyenda de Cartagena de Indias y Blas de Lezo
  • La gran gesta de El Glorioso
  • La historia de Jorge Juan
  • El golpe del «doble convoy»
  • La guerra en Norteamérica. Pensacola
  • La batalla de Tenerife y todas las derrotas de Nelson
  • Buenos Aires, 1806

Ureña villa del libro

descarga (1)

descarga (2)

descarga

DSC_6945_xoptimizadax-kxOC-U21542720485w3F-575x323@Norte Castilla

maxresdefault

muralla-uruena-villa-del-libro-valladolid

Sabías que hay un pueblo en España con más librerías que bares-1

unnamed

urueba-calles--575x323

uruena_01

uruena-entrada-jose-luis-cernadas-iglesias

urueña-vista-dron

valladolid-urueña-006

En el dia de hoy, dia del libro….

11 librerias en un pueblo de 190 habitantes, con muralla, castillo y estructura medieval. Una maravilla en Valladolid…que se  ofrece tanto a viajeros como a bibliófilos del mundo entero. Este importantísimo recurso cultural se creó debido a la iniciativa de la Diputación provincial que en 2007 fundó esta villa literaria, la primera Villa del Libro de España, en la histórica y medieval villa de Urueña.

Este proyecto cultural se inspiró en otras villas del libro existentes en Europa como Hay-on-way, en el País de Gales, o Redu, en Bélgica. Todas tienen un denominador común, la dinamización económica, cultural y turística a partir de la recuperación de los espacios públicos como lugares de compraventa de libros y la celebración de eventos culturales ligados a la literatura.

Plano de Ureña

biblioteca. Yo contengo multitudes

9788499927664

YO CONTENGO MULTITUDES

ED YONG

 

¡Somos un parque zoologico¡. Libro muy recomendable.En el futuro de la medicina la microbiota dará sorpresas importantes….

Resumen

Yo contengo multitudesya es considerado una obra fundamental de ciencia divulgativa -como lo fue en su momentoEl gen egoísta-. Un libro fascinante y rompedor que cambiará de mil millones de micromaneras nuestra percepción del mundo natural y el espacio que en él ocupamos.

El cuerpo humano alberga billones de microbios que conforman todo un mundo en simbiosis con su entorno. Estos microscópicos y multitudinarios compañeros vitales no solo moldean nuestros órganos, nos protegen de enfermedades, e influyen en nuestro comportamiento, sino que resultan clave a la hora de entender el funcionamiento de la vida.

EnYo contengo multitudesEd Yong nos abre los ojos y nos invita con su erudición y sentido del humor a mirarnos como algo más que individuos: como receptáculos interdependientes de losmicrobiomasque conforman todos los seres vivos.

Así, descubriremos la asombrosa e invisible ciencia detrás de los gigantescos arrecifes que construyen los corales, aprenderemos cómo ciertos calamares crean juegos de luces, y veremos el modo en que las bacterias pueden alterar nuestra respuesta en la lucha contra el cáncer, manipular nuestro sistema inmunológico, influir en nuestra evolución e incluso modificar nuestro genoma.

Lector: mientras lee estas líneas, billones de microbios y trillones de virus se multiplican en su cara, sus manos, y en las oscuras profundidades de su intestino. Cada vez que respira, cada vez que se mueve, está emitiendo al aire, al ritmo de unos 37 millones por hora, las bacterias que forman su aura invisible, su personal nube microbiana. Y, con cada gramo de alimento que toma, ingiere alrededor de un millón de microbios más.

Según los últimos cálculos, más o menos la mitad de sus células no son humanas, una proporción suficiente para que se pregunte de qué habla cuando dice “yo”. Sus células humanas proceden de un único óvulo fertilizado que contiene el ADN de su madre y de su padre. Los microbios empezaron a mezclarse con ellas incluso antes de su primer aliento, del primer beso de su madre, de su primer sorbo de leche. Esas células no podrían haber formado un cuerpo saludable sin la estrecha colaboración de los billones de microbios inmigrantes que constituyen su otra mitad.

“Soy grande, contengo multitudes”, declara Walt Whitman en “Canto a mí mismo”. Pero, ¿qué es ese “yo mismo”? Damos por hecho que el sistema inmunitario nos protege detectando y rechazando cualquier presencia en nuestro cuerpo que no sea “yo”. Y, sin embargo, el sistema está formado en parte, e incluso gobernado en parte, por microbios.

Anton van Leeuwenhoek descubrió que los microbios, a los que denominó “animálculos”, están en todas partes: en la piel, en la madera, en el pelaje, en los ojos. En 1683, raspó un poco de placa de su propia dentadura y la examinó al microscopio. Vio enormes cantidades de organismos vivos “que se mueven con enorme gracia”. Van Leeuwenhoek calculó, acertadamente, que en su boca nadaban más animálculos que habitantes tenía Holanda. Por desgracia, sus sensacionales descubrimientos resultaron difíciles de reproducir porque nadie más pudo ver los microorganismos con tanta claridad como él. Van Leeuwenhoek tenía tal maestría al microscopio que se podría decir que su mirada alcanzó el futuro lejano.
Doscientos años después, en la segunda mitad del siglo XIX, la vida de los microbios causó sensación por segunda vez. Louis Pasteur, Robert Koch y Joseph Lister, entre otros, llamaron la atención del mundo sobre la capacidad de provocar enfermedades de estos microorganismos.  La teoría de los gérmenes concordaba con la lucha por la existencia, con la supervivencia de los mejor adaptados. La naturaleza es cruenta, y el peligro acecha entre nuestros dientes.

Evidentemente, eso es lo que la mayoría de nosotros seguimos pensando de las bacterias hoy. Nuestra visión del mundo es adversa a esos seres. Ahí están. Hay que tirar a matar, construir una muralla. Lo cual es de lo más coherente cuando se trata del ínfimo porcentaje de microbios que provocan las enfermedades, pero pasa por alto la enorme mayoría que nos hacen lo que somos.

Fuente: El cultural

yocont