Virgilio, el más grande poeta de Roma, vaticinó la venida de Cristo dos décadas antes de su nacimiento. Así lo consideró la Cristiandad entera, que tuvo al poeta como anunciador del cristianismo. Dante escogió por esto a Virgilio como protagonista de su «Divina Comedia». Naturalmente los hombres modernos, dicen que se refería a un emperador romano.
Virgilio, Égloga IV.
«Han llegado los tiempos últimos de que habla la Sibila:
Va a comenzar de nuevo el curso inmenso de los siglos.
De lo más alto de los cielos nos va a ser enviado un reparador.
Alégrate, casta Lucina, por el nacimiento de este niño,
que hará cesar la Edad de Hierro, reinante hasta ahora,
y extenderá la Edad de Oro por todo el universo…
El que debe obrar estas maravillas será engendrado en el mismo seno de Dios;
se distinguirá entre los seres celestiales;
aparecerá superior a todos ellos y regirá con las virtudes de su padre al mundo pacificado…
Ven, pues, querida descendencia de los cielos,
ilustre vástago de Júpiter, porque se acercan ya los tiempos vaticinados.
Ven a recibir los grandes honores que te son debidos.
Mira tu venida al globo del mundo vacilante bajo el peso de su bóveda;
la tierra, los vastos mares, el alto cielo…
todo se agita y alegra por el siglo que ha de venir».
Egloga IV MUSAS SICELIDES, (otra traducción)
cantemos ya cosas mayores!,
pues no a todos agradan las plantas y sus flores.
Si cantamos los bosques, que sean dignos de un cónsul.
Se cumplen ya los vaticinios de la Sibila de Cumas
y comienza ahora un largo renacer de siglos:
Vuelve la Virgen y el nuevo imperio de Saturno
y el alto cielo nos brinda una nueva descendencia.
Tú, casta Lucina, acoge y socorre al niño recién
nacido, que vencerá la edad de hierro
y hará nacer la nueva generación gloriosa.
Apolo reina ya y contigo, cónsul Polión,
comienza el esplendor de los meses grandiosos.
Siendo tú general, nuestro mal desaparecerá
y la tierra se verá ahora libre de eterno temor.
El recibe la vida de los dioses y con ellos verá
muchos héroes y será tenido como uno de ellos
y gobernará con su poder excelso el orbe aplacado.
Y para ti, niño, la tierra sin ser cultivada,
te dará ágiles yedras con nardos y flores de acanto.