Un fascinante recorrido por la historia oculta de la medicina, que durante más de 2300 años prefirió ignorar la evidencia y aferrarse a una tradición que se cobraba más vidas de las que salvaba.
Todas las sociedades intentan aliviar el dolor, evitar la enfermedad y posponer la muerte; no hacerlo sería inhumano. Se trata de una misión que se encomienda sobre todo a la medicina, una disciplina que en las sociedades occidentales se remonta a Hipócrates, el casi legendario fundador en una tradición médica que pervivió de forma hegemónica durante más de 2300 años. Lo sorprendente es que la mayoría de terapias y remedios que se prescribieron a lo largo de todo ese tiempo se mostraron completamente ineficaces, causando más muertes de las que evitaron.
En este libro, el historiador David Wootton realiza un fascinante recorrido por esos veintitrés siglos de mala medicina, en las que los médicos abusaron de la fe de sus pacientes y se aferraron obstinadamente a una tradición que fracasaba sistemáticamente en sus intentos de curación.
Y es que hace apenas unos ciento cincuenta años que la profesión médica ha descubierto la “medicina basada en la evidencia” o, dicho de otro modo, la medicina capaz de demostrar empíricamente su eficacia. Solo desde entonces la historia de la medicina se ha convertido en una historia de excepcionales progresos y avances terapéuticos, aunque siempre amenazada por la misma resistencia de algunos a aceptar la evidencia científica, sobre todo cuando hay cuantiosos intereses económicos en juego (como sucedió con los perniciosos efectos del tabaco).
¿Por qué leer este libro?
Una inusual historia de la medicina que es a la vez una reflexión sobre los obstáculos que encuentra el progreso en la ciencia.
Un libro en la línea del exitosísimo Blind Spots, When Medicine Gets it Wrong, de Marty Makary, que vendió 18.000 copias en su primera semana solo a través de Amazon.
Del prestigioso historiador David Wootton, también autor de La invención de la ciencia.
Los virus no son solo agentes causantes de enfermedades. A lo largo de estas páginas, el profesor y divulgador José Antonio López Guerrero (JAL) nos muestra una visión revolucionaria y fascinante de estos nanoorganismos que han moldeado la evolución de la vida en nuestro planeta. ¿Sabías que algunos virus fueron cruciales para que existieran los mamíferos placentarios? ¿O que los bacteriófagos podrían ser nuestra última esperanza contra las bacterias resistentes a antibióticos? ¿Te has preguntado alguna vez qué papel juegan los virus en el clima de nuestro planeta? Desde su experiencia como investigador y divulgador científico, el autor nos guía por un viaje que transforma nuestra percepción de los virus: su papel en el desarrollo del cerebro de los vertebrados, su uso en terapias contra el cáncer, pasando por las más innovadoras aplicaciones en biotecnología y medicina. Una obra que nos descubre el lado más sorprendente y beneficioso de estos infinitesimales compañeros de viaje, sin los cuales la vida tal como la conocemos no existiría; imprescindible para entender que no todos los virus son enemigos y que muchos de ellos podrían ser nuestros mejores aliados.
«De la mano del mejor divulgador científico de nuestro país, descubrimos cómo los virus han moldeado nuestra evolución, impactado en nuestra salud y se han convertido en herramientas cruciales en la batalla por la supervivencia». José Ramón Calvo, médico, presidente Instituto Cooperación Internacional. Real Academia Europea de Doctores.
«Una delicia leer este libro. Desde el conocimiento, nos adentra en el mundo de los virus, de los malos y de los buenos. Y lo mejor, cuánto se aprende y qué fácil y divertido es el camino. No se lo pierdan, merece tanto la pena leerlo». Ángela Nieto, bióloga molecular, profesora de Investigación del CSIC y académica de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
«Un recorrido riguroso por la cara amable del fascinante mundo de los virus, con una narrativa amena y cercana, como una conversación con un amigo». Francisco J. Martínez Mojica, microbiólogo, investigador y profesor de la Universidad de Alicante.
III –¿Dónde reside el bien, entonces? […] –En donde no os lo parece ni queréis buscarlo. Pues si en efecto quisierais, hallaríais que está en vosotros; y no andaríais errantes por afuera ni buscaríais lo ajeno como propio. Volveos hacia vosotros mismos, estudiad bien las presunciones que tenéis. ¿Cómo imagináis que es el bien? Sereno, feliz, sin ataduras. ¿Y no os lo imagináis grande por naturaleza? ¿No lo imagináis digno de estima? ¿No lo imagináis invulnerable? ¿En qué materia, pues, debe buscarse lo sereno y sin ataduras? ¿En la esclava o en la libre? –En la libre. –El cuerpecito, entonces, ¿lo tenéis libre o esclavo? –No lo sabemos. –¿No sabéis que es esclavo de la fiebre, de la gota, de la miopía, de la disentería, del tirano, del fuego, de las cadenas, y de todo lo que es más fuerte? –Sí, es esclavo. –¿Cómo puede, entonces, algo del cuerpo ser libre de ataduras? ¿Cómo va a ser grande o digno de estima lo que está muerto por naturaleza, lo que es tierra, lo que es barro? ¿Entonces qué? ¿No tenéis nada libre? ¿Absolutamente nada? ¿Y quién puede obligaros a asentir a lo que parece falso? –Nadie. –¿Y quién a no asentir a lo que parece verdadero? –Nadie. –Entonces, aquí veis cómo hay algo en vosotros que es libre por naturaleza. Pero de vosotros ¿quién puede desear o aborrecer, sentir un impulso o una repulsión, o prepararse para algo, o proponérselo, sin tener una representación de aquello como algo útil o conveniente? –Nadie. –Así pues, también en eso tenéis algo que carece de ataduras y es libre. Desdichados, cultivad eso, ocupaos de eso, buscad ahí el bien. (Disertaciones, III, 22, 38-44.)
IV Para quienes desobedecen el gobierno divino hay ciertos castigos señalados como por ley. Cualquiera que tenga por un bien algo aparte de la libre elección: que envidie, que codicie, que adule y que se inquiete. Cualquiera que lo tenga por un mal: que se aflija, que llore, que se lamente, que sea infeliz. Y sin embargo, a pesar de ser castigados de forma tan severa, no somos capaces de parar. Recuerda lo que dice el poeta sobre el extranjero: «Extranjero, no me es lícito despreciar al huésped que se presente, aunque sea uno peor que tú, pues son de Zeus todos los extranjeros y los pobres»61 . [Recuerda] pues tener también esto presente con el padre: «No me es lícito, aunque fuera uno peor que tú, despreciar al padre, pues todos son de Zeus Paterno». Y con el hermano: «pues todos son de Zeus Fraternal». Y de igual manera en todos los demás casos encontraremos un vigilante en Zeus. (Disertaciones, III, 11, 1-6.)
V. Sobre la providencia Cuando reclames a la providencia, reflexiona y te darás cuenta de que los acontecimientos han sucedido conforme a razón. «Sí, pero el injusto obtiene más.» ¿En qué? En dinero. En esto, en efecto, es superior a ti porque adula, no tiene vergüenza, se pasa la noche en vela. ¿De qué te asombras? Sin embargo, observa si obtiene más que tú en ser leal, o si en ser decente. Te encontrarás con que no, por cierto; al contrario, en lo que más vale te encontrarás que eres tú quien más obtiene. Ya una vez yo le dije a uno que se enfadaba porque Filostorgo62 prosperaba: –¿Acaso querrías tú acostarte con Sura?63 . –¡Que nunca llegue ese día! –exclamó. –Entonces ¿por qué te enfadas si recibe algo a cambio de lo que vende? ¿O cómo tienes por feliz a quien, por medio de esas cosas que tú detestas, consigue aquellas otras? ¿O qué mal hace la providencia si da lo que más vale a los más valiosos? ¿O es que no vale más ser decente que ser rico? Estuvo de acuerdo. –Entonces ¿por qué te indignas, hombre, si tienes lo más valioso? Recordad siempre, por tanto, y tened a mano que la ley natural es esta: que el que vale más tenga más que el que menos en aquello que más vale. Y así nunca os indignaréis. «Pero mi mujer me maltrata.» Bien. Si alguien te pregunta qué ocurre, di: «Mi mujer me maltrata». ¿Y nada más? Nada más. «Mi padre no me da nada.» ¿Y has de añadir tú en tu interior «esto es un mal» y engañarte? Por eso no debe rechazarse la pobreza, sino la opinión acerca de ella, y así nos irá bien. (Disertaciones, III, 17, 1-9.)
VI. Qué promete la filosofía Cuando uno le preguntó cómo podría persuadir a su hermano para que dejase de estar enfadado con él, le respondió: –La filosofía no promete al hombre conseguirle nada de lo exterior; si no, estaría tomando sobre sí algo ajeno a su propia materia. Pues igual que la materia del carpintero es la madera, y la del escultor el bronce, así también es materia del arte de la vida de cada uno su propia vida. Entonces ¿qué? De nuevo, la vida del hermano es cosa de su propia habilidad; pero respecto de la tuya, es una cosa externa, igual que el campo, igual que la salud, igual que la buena fama. De todo esto la filosofía no promete nada. En toda circunstancia mantendré al principio rector de manera conforme a la naturaleza. –¿El de quién? –El de aquel en el cual existo. –¿Y cómo haré, entonces, para que [mi hermano] no se enfade conmigo? –Tráelo y yo le hablaré. A ti no tengo nada que decirte sobre su enfado. Y cuando le dijo el que le consultaba: «Lo que busco es, aunque él no cambie, cómo podré yo actuar según la naturaleza». –Ninguna de las grandes cosas –dijo– se genera de pronto. Ni siquiera la uva o el higo. Si ahora me dices «quiero un higo», te responderé «hace falta tiempo». Primero deja que florezca, luego que eche fruto, luego que este madure. Si el fruto de la higuera no se logra de inmediato, ¿en tan poco tiempo y tan fácilmente quieres tú conseguir el fruto de la inteligencia humana? No lo esperes ni aunque yo te lo diga. (Disertaciones, I, 15, 1-8.)
VII. A quienes recomiendan a algunos a los filósofos Con razón Diógenes, a quien le pedía cartas de recomendación, le respondió: «Que eres hombre, lo notará al verte; de si eres bueno o malo se dará cuenta si es experimentado en distinguir a los buenos de los malos; y si es inexperto en eso, ni aunque se lo escriba yo mil veces». Es lo mismo que si una dracma quisiera ser recomendada a alguien para pasar por buena. Si tu plata es de ley, tú mismo te recomendarás. Convendría que algo así tuviéramos también para la vida, como lo que tenemos para el dinero, para que yo pueda decir, como dice el que comprueba las monedas: «trae la dracma que quieras, que yo la comprobaré»; o en silogismos: «trae a quien quieras y distinguiré quién sabe resolverlos y quién no». ¿Por qué? Porque sé resolver silogismos; tengo la capacidad que debe tener el examinador de expertos en silogismos. En la vida, en cambio, ¿qué hago? Tan pronto digo «bueno» como «malo». ¿Cuál es la causa? Lo contrario que en los silogismos: ignorancia e inexperiencia. (Disertaciones, II, 3, 1-5.)
VIII. Qué debe tenerse presente en las dificultades Cuando te presentes ante uno de los poderosos, recuerda que también otro desde arriba mira lo que ocurre, y que has de complacer a este más que a aquel. Este, entonces, te pregunta: –Exilio, cárcel, cadenas, muerte, infamia, ¿cómo llamabas a esto en tu escuela? –Yo, cosas indiferentes. –Y ahora, ¿cómo las llamas? ¿Acaso no han cambiado? –No. –¿Has cambiado tú, entonces? –No. –Entonces di: ¿qué cosas son indiferentes? Di también lo que sigue. –Lo que es ajeno a la voluntad. Eso no tiene que ver conmigo. –Di también, ¿qué cosas os parecía que eran bienes? –La voluntad y el uso adecuado de las representaciones. –¿Y cuál es el fin? –Seguirte. –¿Y aún sigues diciendo lo mismo? –Aún sigo diciendo lo mismo. –Entra, pues, confiado y acordándote de todo esto, y verás lo que es un joven que ha estudiado lo que debe en medio de hombres sin estudios. Yo, por los dioses, me imagino que sentirás algo así: «¿Por qué hacemos tantos y tan grandes preparativos para nada? ¿Esto era el poder? ¿Esto la fachada, el servicio, la escolta? ¿Para esto he escuchado tantos discursos? ¡Todo esto no era nada, y yo me preparaba como para cosas grandes!». (Disertaciones, I, 30, 1-7.)
Este ambicioso proyecto, respaldado por la National Science Foundation (NSF) y el Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE), observará durante una década 17 mil millones de estrellas, 20 mil millones de galaxias cada tres días, 10 millones de supernovas, 6 millones de objetos del Sistema Solar y millones de eventos transitorios, consolidando a México en la vanguardia de la Astronomía del siglo XXI gracias a la colaboración LSST-MX. ¡¡¡ 20000 millones¡¡¡¡
LI ¿Para qué momento dejas el hacerte merecedor de lo más excelente y el no transgredir en nada los dictados de la razón? Has recibido los principios que debías aceptar, y los has aceptado. ¿A qué maestro esperas ahora para encargarle la tarea de enderezarte? Ya no eres un muchacho, sino un hombre adulto. Si ahora te descuidas y caes en la pereza, y vas cambiando de propósito en propósito, fijando uno tras otro el día en que te harás cargo de ti mismo, ni siquiera te darás cuenta de que no haces ningún progreso, y en vez de eso seguirás siendo un profano tanto en la vida como en la muerte. Por tanto, desde ahora considera que lo digno de ti es vivir como un adulto que progresa, y que lo que te parezca que es más excelente sea para ti ley inquebrantable. Y si se te presenta algo doloroso, o placentero, o que produce honor, o deshonra, recuerda que el momento de la lucha es ahora, que ya han llegado las Olimpiadas y no es posible aplazarlo por más tiempo, y que es cosa de un solo día y de una sola acción que se pierda o se salve tu progreso. Así es como Sócrates llegó a ser quien era: no prestando atención en todas las situaciones a ninguna otra cosa salvo a la razón. Y si tú todavía no eres Sócrates, debes vivir como si quisieras ser Sócrates.
LII La primera parte, y la más necesaria de la filosofía, es la de la práctica de los principios, como el de «no mentir». La segunda, la de las demostraciones, como la de «por qué no se debe mentir». En tercer lugar, la confirmación y explicación de estas mismas cosas, como «por qué esto es una demostración», «qué es, entonces, una demostración», «qué una consecuencia», «qué una contradicción», «qué es verdadero», «qué es falso». Por tanto, la tercera parte es necesaria para la segunda, y la segunda para la primera. Pero la más necesaria y en la que hay que detenerse es la primera. Sin embargo, nosotros hacemos lo contrario, pues nos enfrascamos en la tercera, y a esa es a la que dedicamos todo nuestro empeño, mientras que de la primera nos desentendemos por completo. Como consecuencia mentimos aunque sepamos cómo se demuestra que no hay que mentir.
LIII En toda circunstancia, ten presentes estos pasajes: ¡Guíame, Zeus, y tú también, Destino, allá adonde vosotros me habéis asignado, que yo os seguiré sin dudarlo; y si no quisiera porque fuese un malvado, no por eso os seguiría menos!57. Quien a la necesidad le cede el mando con nobleza para nosotros es sabio y conoce los asuntos divinos58. Pues bien, oh Critón, si así lo quieren los dioses, que así suceda. A mí Ánito y Meleto pueden matarme, pero no perjudicarme.
I
De lo existente, unas cosas son buenas, otras malas y otras
indiferentes. Buenas son, de este modo, las virtudes y lo que
participa de las virtudes; malas, sus contrarias; indiferentes, la
riqueza, la salud, la fama.
(Disertaciones, II, 9, 15.)
II
¿Cómo es que se llama, entonces, a algunas cosas exteriores
«acordes con la naturaleza» y a otras «contrarias a naturaleza»?
Como si fuéramos algo separado. Pues del pie diré que es conforme
a la naturaleza que esté limpio, pero si lo tomas como pie y no como
algo separado, le corresponderá a veces meterse en el barro, y
pisar espinas, y aun que lo amputen por el bien del todo. Y si no, ya
no sería un pie. Tenemos que pensar de manera similar también de
nosotros. ¿Qué eres? Un ser humano. Si te consideras como algo
separado, será conforme a la naturaleza vivir hasta la vejez, ser rico,
estar sano; pero si te consideras como ser humano y como parte de
un todo, te corresponde ahora estar enfermo, ahora navegar y correr
riesgos, ahora pasar necesidades, y acaso también morir antes de
tiempo. Entonces ¿por qué te enfadas? ¿No sabes que igual que
aquel no seguiría siendo un pie, del mismo modo tú tampoco un
hombre?
(Disertaciones, II, 5, 24-26.)
Historias alucinantes y llenas de intriga, contadas de un modo original y gracioso.
Tenemos que dar las gracias a esta obra ya que por ella, se han inventado miles de su mismo género. El mundo entero ha quedado encantado leyendo las historias que en realidad, reflejan muchos de nuestros deseos más profundos. ¿ A quién no le gusta remontarse a Siglos pasados y ver luchar a caballeros o incluso ser uno de ellos?. Poder llevar la imaginación a límites insospechados y creerse una doncella o el mismo Don Quijote o Sancho. Defender sus ideales, ayudar a los necesitados y hacer el bien y proclamar la justicia donde quiera vaya.
Esta es la lectura principal de la novela y su éxito tan abrumador. Por ello, ha tenido una trascendencia que el mismo Cervantes nunca hubiera imaginado. Tanto en su época como ahora, después de cuatro siglos de su publicación, expertos, eruditos, gramáticos etc. siguen encontrando en sus páginas temas de estudio y enseñanzas de un valor increíble. Ha traspasado nuestras fronteras a todo el mundo y a todos los aspectos de la cultura (teatro, cine, etc.)
Don Quijote de la Mancha es uno de los personajes más famosos de la literatura en lengua española y uno de los más conocidos fuera del contexto hispanoamericano. Fue creado por Miguel de Cervantes Saavedra y vio la luz en 1605.
Las aventuras de Don Quijote aparecen en una obra que se publicó en dos partes bajo el título de “El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha”. En verdad el personaje principal de la obra se llama Alonso Quijano, que cansado de tener una vida monótona decide lanzarse a la aventura como caballero y para ello se pone de nombre Don Quijote.
El objetivo de la aventura es encontrar a una mujer que se le ha aparecido en sueños, Dulcinea del Toboso. Así, se pone al camino junto a Sancho que se convierte en su escudero y decide ayudarlo, defenderlo y protegerlo. Como Don Quijote pone en riesgo su vida en varios momentos de la aventura, la presencia de Sancho se vuelve fundamental para mantenerlo a salvo de sus delirios y de los peligros reales.
De todas formas, si lo leemos con atención llegamos a la conclusión de que Don Quijote es en realidad un idealista, un hombre que desea poner su granito de arena para conseguir que los demás razonen y busquen caminos de paz y armonía para resolver sus conflictos. En todo se aparece ese idealismo, pero en su romance con Dulcinea del Toboso, que no deja de ser una figura que crece en su cabeza según él la deja.
A través de la lectura de este libro podemos entender que Don Quijote de la Mancha puede ser una criatura fabulosa, en la cual podemos mirarnos y repensarnos.
Tan fantástico ha sido este personaje que a lo largo de la historia de la literatura muchos autores han hecho referencias directas o indirectas a él a través de la reflexión ensayística y de la ficción.
El final de la historia de Don Quijote de la Mancha es bastante desolador. Sus aventuras se terminan cuando sufre una derrota que lo obliga a regresar a su casa y abandonar para siempre esa vida nómada. Poco tiempo después recupera la cordura pero muere a causa de la melancolía.
Planeta Microbio nace en respuesta a la
percepción personal de Rubén Duro Pérez de que en los documentales de
naturaleza quedaba excluida una inmensa parte de la realidad natural del
planeta: el mundo microbiano, esos organismos que solamente son
visibles al microscopio y que constituyen más del 90 % de todos los
seres vivos que habitan el planeta Tierra.
Los doce episodios de Planeta Microbio son:
Microbios:
Están en nuestras manos, en el aire, en la ropa, en el agua, incluso en
lugares en los que se supone que no hay nada. Y además son muchos,
muchísimos. Son tantos, que constituyen el 90 % de la biodiversidad de
nuestro planeta, y su masa supera en conjunto a la de todo el resto de
seres vivos que lo habitamos.
En busca de la inmortalidad:
¿Son inmortales los microbios? ¿Por qué morimos? Las bacterias, los
protozoos e incluso animales como la hidra parece que han sido capaces
de prolongar, casi de forma indefinida, su vida. Pero, ¿es eso la
inmortalidad?
La patrulla ambiental: Los microbios, o al
menos la mayor parte de ellos, son nuestros protectores ambientales,
nuestros primeros depuradores naturales. En conjunto, forman algo así
como una «patrulla ambiental» encargada de eliminar buena parte de los
contaminantes que nosotros mismos generamos.
La sal de la vida:
Las aguas de las lagunas saladas y de las explotaciones salineras
albergan unos ecosistemas en los que aparecen representantes de una
enorme cantidad de grupos de microorganismos, cuyo interés para la
ciencia y el desarrollo de nuevas aplicaciones tecnológicas es enorme.
Amor y muerte:
El amor romántico aparece como resultado de la evolución cultural del
sexo, de una estrategia que surgió para asegurar el mantenimiento de la
vida en el planeta. Pero, ¿es la única estrategia posible? Y, en todo
caso, ¿es la mejor estrategia para el mantenimiento de las especies?
Los microbios de Noé:
La sidra, el vino o la cerveza son bebidas que han acompañado la
evolución de nuestras civilizaciones a lo largo de los tiempos. Y todas
ellas dependen del trabajo de unos hongos microscópicos, las levaduras.
¿Qué son esas levaduras? ¿Cómo convierten el azucarado zumo en una
bebida alcohólica?
Microbios milagrosos: Los seres
humanos de todas las épocas hemos intentado explicar, de una u otra
forma, los fenómenos naturales que hemos observado. En ocasiones, el
conocimiento científico de la época ha permitido hallar una explicación
clara y razonada para ellos, pero en otros casos no ha sido así. Es
entonces cuando recurrimos a lo sobrenatural.
Los primeros ecosistemas:
La vida ha sido capaz de mantenerse en nuestra Tierra pese a los
constantes y, en ocasiones, drásticos cambios que ha sufrido el planeta
durante sus miles de millones de años de existencia. Y lo ha hecho
gracias a otra de las características intrínsecas de la vida: la
evolución. Una evolución conjunta, una evolución del ecosistema como
unidad.
No puedo vivir sin ti: El tipo de relación más
especial de cuantas se han desarrollado a lo largo de la evolución de la
vida en el planeta ha sido la simbiosis. Una relación que se ha
convertido en un extraordinario mecanismo de evolución de la vida en
nuestro planeta.
Microbios comestibles: Todos los
microbios son seres vivos, y como tales son, de una u otra forma,
comestibles. Embutidos, pan, yogur, queso, complementos alimenticios…
Quizás no se trate solo de que los microbios sean comestibles, sino de
saber si podríamos alimentarnos sin ellos.
Extraterrestres:
¿Hay vida fuera de la Tierra? Para contestar a esta pregunta hemos
desarrollado las más avanzadas tecnologías. Incluso hemos buscado
lugares en nuestro planeta comparables a los entornos extraterrestres,
como el río Tinto, y lo que hemos encontrado han sido «intraterrestres».
¿Serán los intramarcianos parecidos a los intraterrestres?
Yo soy yo y mis… microbios:
Somos asociaciones de diferentes organismos que viven y evolucionan de
forma conjunta como una única unidad vital. Más que un «yo» individual,
somos un «nosotros» colectivo y simbiótico, un individuo biológico
completo y, a la vez, una unidad funcional y evolutiva.
FICHA TÉCNICA: Título: Planeta Microbio /
País y año: España, 2024 / Producción ejecutiva: CaixaForum+ /
Dirección y guion: Rubén Duro Pérez / Dirección de fotografía: Iker Duro
Linares / Montaje: Jara Duro Linares, Iker Duro Linares, Rubén Duro
Pérez / Música original: Raúl Grillo / Narración: Lídia Pujol