pintores: Sorolla

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1 RESUMEN

Joaquín Sorolla y Bastida, pintor español vinculado al Impresionismo, nace en Valencia en 1863, cuando el movimiento en Francia estaba en pleno apogeo. Sus pinturas por tanto son tardías, pero en ellas reúne las principales características impresionistas como el gusto por el aire libre, la búsqueda de lo momentáneo, de lo fugaz, la captación de los efectos de la luz, la ausencia del negro y de los contornos y las pinceladas pequeñas y sueltas.

2 Biografia

3 OBRAS:

Vendiendo Melones (1980) (Museo Carmen Thyssen Málaga)

Los guitarristas, costumbres valencianas (1899).

La fuente, Buñol (1890-1895).

El pillo de playa (1891).

Trata de blancas (1894).

Aún dicen que el pescado es caro (1894).

Retrato de Benito Pérez Galdós (1894).

Madre (1895).

Cosiendo la vela (1896).

Una investigación (1897).

La comida en la barca (1898).

Cordeleros de Jávea (1898).

Triste herencia (1899)

Desnudo de mujer de 1902, pintado durante su etapa de culminación.

Paseo por la playa, 1909.

Noria, Jávea (1900).

Retrato de Beruete (1902).

Mar y rocas de San Esteban, Asturias (1903).

Las tres velas (1903).

A la sombra de la barca, Valencia (1903-1904).

Autorretrato (1904).

Mis hijos (1904).

El niño de la barquita (1904).

El Pescador (1904).

Nadadores, Jávea (1905).

Rocas de Jávea y el bote blanco (1905). Museo Carmen Thyssen de Málaga

Retrato de Santiago Ramón y Cajal (1906).

Instantánea, Biarritz (1906).

María Guerrero (1906).

Tormenta sobre Peñalara, Segovia (1906).

María convaleciente (1907).

Aldeanos Leoneses (1907).

Saltando a la comba, La Granja (1907).

Fuente del Alcázar de Sevilla (1908).

Pescadora con su hijo, Valencia (1908).

Reflejos de una fuente (1908).

Paseo a orillas del mar (1909).

El baño del caballo (1909).

Chicos en la playa (1910).

Clotilde con traje de noche (1910).

Bajo el toldo, plaza de Zarauz (1910).

Jardines de Carlos V, Alcázar de Sevilla (1910).

Jardín de los Adarves, Alhambra de Granada (1910).

VER TODAS SUS PINTURAS

higinio: fabulas 5

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XLVI. ERECTEO

1. Erecteo, hijo de Pandíon, tuvo cuatro hijas[349], que juraron entre sí que si una de ellas moría, las demás se darían muerte.
2. Por este tiempo Eumolpo, hijo de Neptuno, llegó a Atenas con intención de atacarla, porque decía que la tierra ática había sido de su padre.
3. Cuando éste con su ejército fue vencido y muerto a manos de los atenienses, Neptuno exigió que una de las hijas de Erecteo le fuera sacrificada, a fin de que éste no se regodeara con la muerte de su hijo.
4. Y así, una vez inmolada Ctonia[350], una de las hijas, las demás se dieron muerte en virtud de la palabra dada. El propio Erecteo fue fulminado por Júpiter a instancias de Neptuno.
XLVII. HIPÓLITO
1. Fedra, hija de Minos, esposa de Teseo, se enamoró de su hijastro Hipólito. Como no pudo atraerlo a sus deseos, envió a su marido unas tablillas inscritas[351], que decían que ella había sido violada por Hipólito, y ella misma se quitó la vida ahorcándose.
2. Y Teseo, oído el suceso, ordenó a su hijo salir fuera de las murallas y pidió a su padre Neptuno la muerte para Hipólito. Así pues, cuando éste guiaba su tiro de caballos, de repente surgió un toro del mar, por cuyo mugido los caballos, encabritados[352], desgarraron a Hipólito y le quitaron la vida.

XLVIII. LOS REYES DE LOS ATENIENSES[353]

Cécrope, hijo de Tierra; Céfalo, hijo de Deíon; Egeo, hijo de Pandíon[354]; Pandíon, hijo de Erictonio; Teseo, hijo de Egeo; Erictonio, hijo de Vulcano; Erecteo, hijo de Pandíon; Demofonte, hijo de Teseo.
XLIX. ESCULAPIO

1. Se dice que Esculapio, hijo de Apolo, devolvió la vida a Glauco, hijo de Minos, y también[355] a Hipólito; y por ello Júpiter lo fulminó.
2. Apolo, dado que no podía dañar a Júpiter, mató a los que habían forjado los rayos, esto es, a los Ciclopes[356]. Por este hecho Apolo fue entregado en servidumbre a Admeto, rey de Tesalia.
L. ADMETO
1. Después de haber requerido muchos en matrimonio a Alcestis, hija de Pelias, y tras haber rechazado éste a muchos pretendientes, les impuso una prueba: se la daría a quien unciera unas bestias salvajes a un carro. Y éste se la llevaría en ellas cuando quisiera[357].
2. Así pues, Admeto pidió a Apolo que le prestara ayuda. Apolo, habiendo sido tratado generosamente por aquél cuando se puso a su servicio[358], le proporcionó uncidos un jabalí y un león merced a los cuales Admeto condujo a Alcestis al carro[359].

LI. ALCESTIS
1. Muchos pretendientes habían requerido en matrimonio a Alcestis, hija de Pelias y de Anaxibia, hija de Biante. Pelias, tratando de evitar sus propuestas, los fue rechazando y les impuso una prueba: se la daría a quien unciera unas bestias salvajes a un carro y se llevara a Alcestis en el carro.
2. Así pues, Admeto pidió a Apolo que le prestara ayuda. El dios, puesto que había sido tratado generosamente por él mientras estuvo a su servicio, le entregó uncidos un jabalí y un león con los que Admeto se llevó a Alcestis.
3. También recibió de Apolo el privilegio de que otro muriera voluntariamente en su lugar. Al no haber querido morir por él ni su padre ni su madre, su esposa Alcestis se ofreció y murió por él, reemplazándole en la muerte. Después Hércules la rescató de los Infiernos.
LII. EGINA

1. Júpiter, queriendo violar a Egina, hija de Asopo, y temiendo a Juno, se la llevó a la isla de Delos[360] y la dejó encinta. De esta unión nació Éaco.
2. Cuando Juno se enteró de esto, envió una serpiente al agua, que la envenenó, y moría todo aquel que bebía de ella.
3. Habiendo perdido Éaco a sus compañeros, y no pudiendo permanecer allí por la escasez de hombres, mientras observaba unas hormigas, pidió a Júpiter que le diera hombres para su defensa. Entonces Júpiter transformó a las hormigas en hombres, que fueron denominados «mirmidones» porque en griego hormigas se dice myrmices.
4. La isla tomó entonces el nombre de Egina.
LIII. ASTERIA

1. Júpiter amaba a Asteria, hija de un Titán[361], pero ella lo desdeñaba; entonces fue transformada por él en el ave «ortigia», que nosotros llamamos codorniz[362], y la arrojó al mar. Y de ella surgió una isla que se denominó Ortigia.
2. Esta isla iba a la deriva. Hacia allí fue llevada más tarde Latona por el viento Aquilón por orden de Júpiter, cuando la perseguía Pitón[363]. Y allí, agarrándose a un olivo[364], Latona dio a luz a Apolo y a Diana[365]. Esta isla fue llamada posteriormente Delos.
LIV. TETIS
1. Respecto a la Nereida Tetis hubo un vaticinio, según el cual quien naciera de ella sería más poderoso que su padre[366].
2. Como nadie conocía este presagio salvo Prometeo, y Júpiter quería acostarse con ella, aquél le prometió a Júpiter que lo prevendría si lo liberaba de las cadenas. Y así, comprometida su palabra, advirtió[367] a Júpiter que no se acostara con Tetis, no fuera que si nacía uno más fuerte, expulsara a Júpiter del trono, como también él mismo había hecho con Saturno.
3. Y así, Tetis fue dada en matrimonio a Peleo, hijo de Éaco. Y Hércules fue enviado para matar el águila que le roía el corazón a Prometeo. Una vez muerta, Prometeo fue liberado del monte Cáucaso al cabo de treinta mil años.

LV. TITIO
Puesto que Latona se había acostado con Júpiter, Juno ordenó a Titio, hijo de Tierra[368], de enorme tamaño, que violara a Latona. Después de intentarlo, fue fulminado por Júpiter[369]. Se dice que yace en los Infiernos tendido, que ocupa nueve yugadas[370], y que una serpiente[371] se encuentra apostada junto a él para devorarle el hígado, que vuelve a crecerle con la luna[372].
LVI. BUSIRIS
Como la esterilidad se adueñara de Egipto durante el reinado de Busiris, hijo de Neptuno, y Egipto se hubiera agostado completamente por una pertinaz sequía de nueve años, aquél mandó llamar de Grecia a unos augures. Trasio[373], hijo del hermano de Pigmalión, mostró a Busiris que si inmolaba a un extranjero vendrían las lluvias, y él mismo —con su propio sacrificio— demostró la veracidad de sus promesas[374].
LVII. ESTENEBEA
1. Cuando Belerofontes llegó desterrado al palacio del rey Preto para hospedarse, Estenebea, esposa del rey, se enamoró de él. Como Belerofontes no quiso acostarse con ella, ésta mintió a su marido diciendo que había sido forzada por él[375].
2. Pero Preto, escuchado el caso, inscribió en unas tablillas acerca de este asunto y envió a Belerofontes a presencia del rey Yóbates, padre de Estenebea. Una vez leídas, no quiso matar él a tal varón, sino que lo envió para que diera muerte a la Quimera[376]. Se decía que ésta, de triple cuerpo, exhalaba llamaradas por su boca.
3. Esto es: la parte delantera, león; la trasera, serpiente; y la intermedia, la propia Quimera[377].
4. Mató a ésta a lomos de Pégaso, y se dice que cayó en los campos Aleyos[378], por lo que también se comenta que se dislocó las caderas.
5. Pero el rey, alabando sus virtudes, le dio a su otra hija en matrimonio. Estenebea, oído el hecho, se suicidó[379].
LVIII. ESMIRNA[380]

1. Esmirna era hija de Cíniras, rey de los asirios[381], y de Cencreide. Su madre Cencreide habló con demasiada soberbia al haber antepuesto la belleza de su hija a la de Venus. Venus, buscando el castigo de la madre, inoculó en Esmirna un execrable amor hasta el punto de que ésta se enamorara de su padre.
2. La nodriza intervino para que ella no se quitara la vida ahorcándose y, sin saberlo el padre, Esmirna yació con él por mediación de la nodriza[382]. Concibió de éste y, para que no se hiciera público, azuzada por la vergüenza, se ocultó en el bosque.
3. Más tarde Venus se compadeció de ella y la transformó en árbol, del que destila la mirra. De ésta nació Adonis, que fue víctima también de los castigos que Venus había infligido a su madre.
LIX. FILIS
1. Se dice que Demofonte, hijo de Teseo, llegó a Tracia para hospedarse en casa de Filis, y que ésta se enamoró de él. Queriendo éste regresar a su patria, le dio palabra de que había de volver junto a ella.
2. No habiendo llegado éste el día convenido, se dice que Filis corrió a lo largo de ese día nueve veces hasta la costa, que por esta circunstancia se llama en griego «Nueve Caminos[383]». Filis, por añoranza de Demofonte, exhaló el espíritu[384].
3. Sus padres le erigieron un túmulo, y allí surgieron árboles que lloran la muerte de Filis en una determinada época en que sus hojas se secan y marchitan. A partir de su nombre las hojas han sido llamadas en griego phylla[385].
LX. SÍSIFO Y SALMONEO
1. Sísifo y Salmoneo, hijos de Éolo, se profesaron mutua enemistad. Sísifo preguntó a Apolo cómo podría matar a su enemigo, esto es, a su hermano. Recibió como respuesta que si procreaba hijos a partir de la violación de Tiro, hija de su hermano Salmoneo, ellos serían los vengadores.
2. Habiendo cumplido Sísifo esto, nacieron dos hijos, a los que su madre Tiro asesinó, una vez oído el oráculo.
3. Pero al enterarse Sísifo Ahora se dice que él, por su impiedad, hace rodar en los Infiernos monte arriba una roca empujándola con sus hombros. Cuando ha logrado llevarla hasta la cumbre, de nuevo cae rodando hacia abajo tras él[386].
LXI. SALMONEO

Como Salmoneo, hijo de Éolo, hermano de Sísifo, tratara de imitar los truenos y rayos de Júpiter, y montándose en una cuadriga lanzara teas encendidas contra el pueblo y los ciudadanos[387], a causa de ello fue fulminado por Júpiter[388].

LXII. IXÍON

Ixíon, hijo de Leonteo[389], intentó violar a Juno. Ésta, por orden de Júpiter, puso en su lugar una nube. Ixíon creyó que se trataba de la imagen de Juno. De ella nacieron los Centauros. Pero Mercurio, por orden de Júpiter, amarró fuertemente a Ixíon a una rueda en los Infiernos, y se dice que todavía permanece allí girando[390].
LXIII. DÁNAE
1. Dánae era hija de Acrisio y de Aganipe. A éste[391] se le había profetizado que el hijo que ella diese a luz había de matar a Acrisio. Temeroso de ello, Acrisio la emparedó entre muros de piedra, pero Júpiter, convertido en lluvia de oro, yació con Dánae. De esta unión nació Perseo.
2. Por haber sido violada, su padre la encerró en un arca junto con Perseo, y la arrojó al mar.
3. Por voluntad de Júpiter, el arca fue arrastrada hasta la isla de Serifos. Un pescador, Dictis, la encontró y, una vez abierta (el arca), vio a una mujer con el niño, a quienes condujo ante el rey Polidectes, que se casó con ella e hizo criar a Perseo en el templo de Minerva[392].
4. Cuando Acrisio se enteró de que vivían con Polidectes, marchó a reclamarlos. Al llegar allí, Polidectes intercedió en favor de ellos, y Perseo dio palabra a Acrisio, su abuelo, de que él nunca lo mataría.
5. Estando retenido Acrisio por culpa de un temporal, Polidectes murió. Al rendirle un homenaje mediante unos juegos fúnebres, Perseo lanzó el disco que el viento desvió hacia la cabeza de Acrisio, y lo mató.
6. Así, lo que no quiso por propia voluntad, sucedió por la de los dioses. Enterrado Acrisio, Perseo partió para Argos y tomó posesión del reino de su abuelo[393].
LXIV. ANDRÓMEDA
1. Casíope[394] antepuso la belleza de su hija Andrómeda a la de las Nereidas. Por ello Neptuno exigió que Andrómeda, hija de Cefeo, fuera expuesta a un monstruo marino.
2. Una vez expuesta, se dice que Perseo, volando con las sandalias aladas de Mercurio, llegó allí y la liberó del peligro. Al querer llevársela, su padre Cefeo, y con él Agénor, a quien había sido prometida[395], quisieron matar en secreto a Perseo.
3. Él, conocido el hecho, les mostró la cabeza de la Górgona y todos fueron transformados de hombres en roca. Perseo regresó a su patria con Andrómeda.
4. A Polidectes, (cuando) percibió el gran valor que tenía Perseo, se le llenó el corazón de temor y quiso matarlo mediante un engaño. Conocida esta maquinación, Perseo le mostró la cabeza de la Górgona, y Polidectes fue transformado de hombre en piedra[396].
LXV. ALCÍONE
Ceix, hijo de Héspero o Lucífero, y de Filónide, había perecido en un naufragio. Su esposa Alcíone, hija de Éolo y de Egíale, por amor se precipitó al mar. Por la misericordia de los dioses, los dos fueron transformados en aves, que son llamadas alciones. A lo largo de siete días, durante la estación invernal, estas aves forman el nido, ponen los huevos, y tienen sus polluelos en el mar. El mar está tranquilo durante estos días, que los marineros llaman «días alcionios[397]».

LXVI. LAYO
1. Layo, hijo de Lábdaco, había obtenido de Apolo el vaticinio de que debía guardarse de la muerte a manos de su propio hijo[398]. De este modo, su esposa Yocasta, hija de Meneceo, después de darlo a luz, mandó que fuera expuesto.
2. Peribea, esposa del rey Pólibo, mientras lavaba la ropa a la orilla del mar, recogió a este niño, que había sido abandonado[399]. Al enterarse Pólibo, puesto que ellos no tenían descendencia, lo criaron como a un hijo suyo y, porque tenía los pies horadados, lo llamaron Edipo[400].
LXVII. EDIPO
1. Cuando Edipo, hijo de Layo y de Yocasta, llegó a la edad viril, era el más fuerte entre los demás, y los de su edad le echaron en cara —por envidia— que era hijo adoptivo de Pólibo, ya que Pólibo era tan apacible y él tan descarado. Edipo se dio cuenta de que no se lo reprochaban en balde.
2. Y así partió a Delfos para consultar acerca de (sus propios padres. Entretanto a Layo[401]) unos prodigios le mostraban que le acechaba la muerte a manos de su hijo.
3. Al dirigirse éste a Delfos, Edipo se cruzó con él en el camino. Unos guardias que escoltaban a aquél, mandaron a Edipo que dejara vía libre al rey, pero Edipo no hizo caso. El rey espoleó contra él a los caballos, y una rueda le aplastó un pie a Edipo. Entonces éste, encolerizado, forzó a bajar del carro a su padre, sin saber que lo era, y lo mató.
4. Muerto Layo, Creonte, hijo de Meneceo, ocupó el trono. Entretanto, fue enviada a Beoda la Esfinge[402], hija de Tifón, que devastaba los campos de los tebanos. Esta impuso al rey Creonte la siguiente prueba: si alguien lograba interpretar el enigma que proponía, ella se iría de allí; pero si, por el contrario, no resolvía el enigma propuesto, ella lo devoraría, y no de otro modo saldría del territorio.
5. El rey, oída la condición, la proclamó por toda Grecia. A quien resolviera el enigma de la Esfinge, prometió que le daría el reino y a su hermana Yocasta en matrimonio. Habiendo venido muchos por deseo del reino, y habiendo sido devorados por la Esfinge, se presentó Edipo, hijo de Layo, e interpretó el enigma[403]. La Esfinge se despeñó.
6. Edipo recibió el reino paterno y como esposa, sin él saberlo[404], a su madre Yocasta, de la que procreó a Etéocles y Polinices, a Antigona e Ismene. Entretanto sobrevino en Tebas una gran esterilidad y escasez de cosechas[405] por los crímenes de Edipo. Interrogado Tiresias por qué era Tebas afligida de este modo, respondió que si sobrevivía alguien del linaje del Dragón y moría por la patria, la liberaría de la peste. Entonces Meneceo, padre de Yocasta, se precipitó desde la muralla[406].
7. Mientras esto sucedía en Tebas, murió Pólibo en Corinto. Al enterarse, Edipo comenzó a sentir gran pesadumbre pensando que su padre había muerto. Peribea le desveló su adopción[407]. Igualmente el anciano Menetes, quien lo había expuesto, reconoció por las cicatrices de los pies y de los tobillos que Edipo era el hijo de Layo.
8. Cuando Edipo escuchó esto, tras ver que quien había perpetrado tantos crímenes nefandos era él, arrancó las fíbulas del vestido de su madre y se privó de la vista. Entregó el reino a sus hijos[408] para que gobernasen en años altemos, y abandonó Tebas con su hija Antigona como lazarillo.
LXVIII. POLINICES
1. Polinices, hijo de Edipo, habiéndose cumplido un año, reclamó el reino a su hermano Etéocles. Éste no quiso cederlo. Por ello Polinices se presentó con la ayuda del rey Adrasto en compañía de siete caudillos[409] para asaltar Tebas.
2. Allí Capaneo, por haber dicho que tomaría Tebas incluso contra la voluntad de Júpiter, fue fulminado por un rayo mientras ascendía por el muro[410]. Anfiarao fue tragado por la tierra. Etéocles y Polinices, luchando entre sí, se mataron el uno al otro.
3. Cuando les estaban siendo tributadas las honras fúnebres en Tebas, aunque el viento era impetuoso, sin embargo, el humo nunca se elevaba en una única dirección, sino que se repartía en dos[411].
4. Mientras los demás asaltaban Tebas, y los tebanos desconfiaban de sus fuerzas, el adivino Tiresias, hijo de Everes, advirtió que si perecía alguien procedente de la estirpe del Dragón, la ciudad sería liberada de esta destrucción. Al darse cuenta Meneceo de que él era el único que podía conseguir la salvación de los ciudadanos, se precipitó desde la muralla. Los tebanos obtuvieron la victoria.
A[412]
Polinices, hijo de Edipo habiendo transcurrido un año, reclamó el reino a su hermano Etéocles con la ayuda de Adrasto, hijo de Tálao, y con siete caudillos; y asaltaron Tebas. Entonces Adrasto huyó gracias a su caballo. Capaneo, por haber dicho que él se adueñaría de Tebas incluso contra la voluntad de Júpiter, fue fulminado por Júpiter mientras escalaba la muralla. A Anfiarao con su cuadriga se lo tragó la tierra. Etéocles y Polinices, luchando entre sí, se mataron mutuamente. Mientras a éstos se les tributaban honras fúnebres comunes en Tebas, el humo se dividía en dos porque se habían matado el uno al otro. Los demás perecieron.
B
Polinices, hijo de Edipo, habiendo transcurrido un año, (reclamó) (el reino) paterno (a su her)mano Etéocles. Éste (no) quiso ce(derlo). (Polinices) se presentó (para asaltar Tebas). Allí Capaneo, porque dijo que él había de tomar (Tebas) incluso contra (la voluntad de Júpiter), fue abatido por un rayo mientras esc(alaba) la muralla. A Anfiarao (se lo tragó la tierra. Etéocles y Polinices), luchando entre sí, se mataran) el uno al otro. (A éstos, mientras en Tebas) se les tributaban honras fúnebres, aunque el viento era impetuoso, (sin embargo, el humo nunca se) volvía hacia una sola parte, sino que se (dispersaba) en dos (partes). (Los demás, como) asaltaran Tebas, y un tebano (…)
LXIX. ADRASTO
1. Adrasto, hijo de Tálao y de Eurínome, recibió de Apolo el vaticinio de que él daría a sus hijas Argía y Deípila en matrimonio a un jabalí y a un león.
2. Por aquel mismo tiempo Polinices, hijo de Edipo, expulsado por su hermano Etéocles, se presentó ante Adrasto. Casi a la vez llegó Tideo, hijo de Eneo y de la cautiva Peribea, expulsado por su padre por haber matado a su hermano Menalipo en una cacería[413].
3. Habiendo anunciado unos criados a Adrasto que dos jóvenes habían llegado con vestimenta desconocida (pues uno iba cubierto con la piel de un jabalí y el otro con la piel de un león), en ese momento Adrasto —acordándose de su vaticinio— mandó que fueran conducidos a su presencia y les preguntó por qué se habían presentado así, con aquel atuendo, en sus dominios.
4. Polinices le manifestó a Adrasto que él había llegado de Tebas y que, por esa razón, se había cubierto con una piel de león, porque Hércules descendía de linaje tebano, y llevaba consigo las señales de su raza. Tideo, por su parte, aseguró que era hijo de Eneo, que descendía de Calidón y que por ello estaba cubierto con una piel de jabalí, evocando al jabalí de Calidón.
5. Entonces el rey, acordándose del vaticinio, a Polinices le concedió a su hija mayor, Argía, de la que nació Tersandro; a Tideo le otorgó a Deípila, la menor, de la que nació Diomedes, que luchó en Troya.
6. Pero Polinices pidió a Adrasto que le preparase un ejército para recobrar de su hermano el reino paterno. Adrasto no sólo le concedió un ejército, sino que incluso él mismo se alistó con otros (seis) caudillos, porque siete eran las puertas que cerraban Tebas.
7. En efecto, Anfión, que había ceñido Tebas con una muralla, había establecido siete puertas con el nombre de sus siete hijas. Éstas fueron Tera, Cleodoxe, Astínome, Asticratía, Quíade, Ogigia y Cloris.
A
Adrasto, hijo de Tálao, tuvo (como hijas a Deípile[414] y Argí)a. Apolo le había vaticinado que (él) había de dar (a sus hijas a un jabalí y a un león). Tideo, hijo de Eneo, (enviado al exilio por su padre por)que (había matado) a su hermano Menalipo en el transcurso de una cacería, vino ante Adrasto cubierto (por una piel de jabalí). Por el mismo tiem(po también Polinices, hijo de Edipo), como (hubiera sido expulsado) del reino por su hermano Etéocles, se presentó cubierto (por una piel de le)ón. Cuando Adrasto los vio, acordándose del vaticinio, entregó a Argía en (matrimo)nio a Polinices, y (a Deípila a Tideo).

compositores: Tavares

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Manuel de Tavares

Compositor español de origen portugués.

Musica en Canarias

Estos repertorios, compuestos sobre los textos latinos obligados, se renovarían además a medida que los nuevos gustos y estilos exigieran otro tipo de lenguajes musicales. Así, en el siglo XVI impera la polifonía austera, en el XVII la policoralidad, en el XVIII el diálogo entre voces e instrumentos solistas, en el XIX la espectacularidad de solistas, coro y orquesta… La catedral canaria de Santa Ana logró de esta manera acumular a lo largo de cuatrocientos años, en todos estos estilos, un patrimonio musical que abarca alrededor de dos mil obras religiosas «suyas», que confieren a su expresión litúrgica católica una personalidad diferenciada, única, lo cual también es algo propio de todas las catedrales del orbe cristiano. Si en el siglo XVI, por causa del esfuerzo económico derivado de la construcción del gran templo, el cabildo catedralicio canario tuvo que renunciar a la contratación de grandes maestros para asumir esta tarea y apoyarse, principalmente, en canarios enviados y formados en la Península, como lo fue el polifonista Ambrosio López. Los ataques piráticos al final de aquel siglo destruyeron una gran parte del patrimonio acumulado hasta entonces. Hubo que recurrir a repertorios importados y comenzar de nuevo la tarea de reunir un archivo de obras propias a partir del siglo XVII. De esta manera, a las pocas obras de López que se salvaron, se añadieron las pasiones de Melchor Cabello en 1615, también compuestas en el viejo estilo. 

Pero ya hacia 1620 se tomó conciencia de que estaba irrumpiendo la técnica coredada en la música de las catedrales, y se necesitaba un maestro conocedor del nuevo estilo, capaz no sólo de componer para coros enfrentados, sino también para entrenar a los cantores canarios en dicha técnica. Pese a los esfuerzos del cabildo, se tardó unos cuantos años en dar con la persona adecuada. El periodo musical de nuestra catedral que documentamos en este concierto comprende las tres décadas y media centrales del siglo XVII, en que se instala y florece en Las Palmas la policoralidad, con su peculiar dinámica espacial, que se genera al contraponerse un mínimo de dos masas corales de distinta densidad desde distintos focos de emisión. Nos remontamos a 1631, año en que llegó a Las Palmas el instaurador aquí de esta técnica y uno de los compositores más importantes de nuestra historia: el maestro de capilla de origen portugués Manuel de Tavares. Y pasando por los nombres de Rojas, Redondo y Cuevas, llegamos hasta la producción de los maestros Juan de Figueredo y Miguel de Yoldi, fallecidos ambos en 1674. De Rojas no conservamos música, y de Cuevas sólo una misa incompleta. Pero de los restantes compositores, cultivadores todos de la nueva técnica del Barroco pleno en la catedral de Santa Ana, hay obras suficientes como para ponernos de manifiesto que en Canarias estuvo entonces un grupo de maestros que nada tiene que envidiar a los mejores de aquella época, y no sólo a nivel español.

A partir de la llegada de Tavares las obras serán compuestas, principalmente, para dos coros con bajo continuo al órgano (un coro de solistas y otro pleno, apoyado éste por cornetas barrocas, sacabuche y bajón). Pero también desde Tavares se ejecutan obras a tres coros, y en la de Yoldi a cuatro coros. También no tardará en incorporarse a la catedral un clavicémbalo, que estará presente en la música desde los años 40; pero no el arpa, que sólo llegará a la catedral muy a finales del siglo XVII, ni los violines, que únicamente se incorporarán al comenzar el siglo XVIII. Manuel de Tavares, en cuya música se basa la mayor parte de este concierto, es bien conocido en la historiografía musical internacional. Muchas de sus obras fueron compradas tras su muerte para la copiosa biblioteca de música del rey Juan IV de Portugal, y éstas se perdieron en el incendio que ocasionó el terremoto de Lisboa de 1755. El mayor legado de composiciones que de Tavares se conserva, ciertamente poco cuantioso (sólo 15 obras, algunas de ellas incompletas), figura para suerte nuestra en el archivo de música de la catedral de Las Palmas, y se conservan además unas pocas obras sueltas suyas en otros archivos catedralicios como los de Cuenca, Zaragoza, Salamanca, Valencia, o Puebla de México. En la catedral de Murcia, donde estuvo Tavares antes de viajar a Canarias, existe también una porción de obras suyas, pero todas a cuatro voces a capella, en estilo antiguo, de manera que su legado policoral en la catedral de Las Palmas, por adscribirse al nuevo estilo, puede considerarse como su patrimonio conservado más importante y excepcional.

Manuel de Tavares había nacido en la localidad portuguesa de Portalegre hacia 1585, en cuya catedral fue mozo de coro y discípulo del maestro de capilla Antonio Ferro. Se trasladó joven a España, y se sabe que hasta 1612 fue maestro de capilla de la catedral de Baeza (provincia de Córdoba), constatándose por un acta capitular canaria que ya estaba allí en 1609, año en que intentó venir por vez primera como maestro a la catedral de Las Palmas, cuyo cabildo no lo quiso contratar. En 1612 se trasladó a la catedral de Murcia. El canónigo de Sevilla Juan Manuel Suárez, representante del cabildo canario, contrató a Manuel de Tavares en mayo de 1630, si bien éste tardaría un año entero en formalizar el contrato y trasladarse a Gran Canaria. Permaneció con su familia en esta isla siete años, regresando después a la Península e ingresando a fines de septiembre de 1638 en la catedral de Cuenca, donde apenas fue maestro de capilla un par de semanas, pues el drástico cambio de clima provocó su rápido fallecimiento, del que se da cuenta en el cabildo conquense el 12 de octubre de 1638. A Las Palmas había traído consigo este maestro a su hijo Nicolás Tavares, quien se formó aquí como maestro de capilla para ejercer luego con buena fama dicho cargo en la catedral de Cádiz (1637-38) y, más tarde, como sucesor de su padre en la de Cuenca, donde también falleció. Este hijo del maestro suscitó en Canarias la envidia y las quejas de algunos músicos, por ayudar a su padre en sus funciones docentes y de ensayos musicales sin pertenecer a la plantilla de la catedral.

La capilla de música de la catedral de Las Palmas constaba de un número limitado de cantores profesionales, generalmente ocho, más tres niños tiples y no menos de cuatro ministriles para apoyar y adornar la música del coro «segundo» o lleno (el coro primero o «favorito» era de solistas). Para reforzar al coro «lleno» en las solemnidades se unía al canto polifónico un cierto número de prebendados que habían sido educados musicalmente en la catedral, con lo que se le daba más prestancia a la música. Cuando Tavares se marchó de Las Palmas en el verano de 1638, se comprometió a contratar en España a un buen sucesor suyo para el magisterio de capilla de la catedral canaria, así como a varios cantores de calidad, lo que realizó puntualmente. El nuevo maestro que contrató Tavares en Andalucía fue el clérigo cordobés Juan de Rojas Caballero, recibido en Las Palmas el 6 de septiembre de 1638, maestro muy com­petente que estuvo cinco años al frente de la capilla, marchándose luego a América sin dejar copia de sus obras en la catedral. La actuación de Miguel de Yoldi como maestro de capilla y cantor de la catedral canaria rezuma desde su llegada orden y profesionalidad. Pero tuvo la mala suerte de sufrir a los siete años de su llegada un ataque de «perlesía» (una hemiplejía), del que se hacen eco las actas en 1668, en cuyo mes de noviembre decide el cabildo contratar al cantor lisboeta Juan de Figueredo Borges para ejercer como tenor de la catedral y como ayudante del maestro de capilla, sin duda porque Yoldi había quedado bastante impedido para desempeñar el cargo por sí solo. 

Figueredo se encontraba en Canarias de paso para el Brasil y se ofreció como cantor a la catedral, que lo contrató inmediatamente. En julio de 1669 decide el cabildo jubilar definitivamente a Yoldi con la mitad de su salario, relevándole de todas sus funciones y confiriéndole a Figueredo el rango de maestro de capilla con todo el salario inherente a tal empleo. El portugués era también un magnífico profesional y un compositor excelente, a nuestro juicio superior al propio Yoldi. Estos dos maestros, que nos dejaron cada uno un estimable legado de buenas composiciones en latín, en su mayoría para dos y tres coros (Yoldi 16 obras, Figueredo 10 obras), desaparecerían casi simultáneamente. Primero Figueredo, fallecido repentinamente en abril de 1674. Yoldi, aunque menoscabado de salud, actuaba en la catedral como ayuda de sochantre, y se ofreció inmediatamente para asumir de nuevo la dirección de la capilla; pero su esfuerzo le fue fatal, pues fallece poco más de dos meses después de dirigida, en julio del mismo año. Sucesivamente, las viudas de ambos músicos ofrecen en venta al cabildo las obras musicales propias y ajenas del archivo de sus respectivos maridos, que son adquiridas. En estas adquisiciones se incluyen los villancicos compuestos, aunque, desgraciadamente, ya no se conservan en la catedral. El fallecimiento casi simultáneo de estas dos personalidades cierra este capítulo central del siglo XVII. A dicho siglo pondrá broche de oro un nuevo maestro que actuó nada menos que 55 años en nuestra catedral: el alcarreño Diego Durón de Ortega (Brihuega, 1653 – Las Palmas de G.C, 1731), quien se hizo cargo de la capilla musical de Santa Ana en 1676 y nos legó más de 500 obras compuestas por él para el templo al que dedicó su vida.”

Ayuntamiento de Tenerife

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XXX. LAS DOCE PRUEBAS[281] DE HÉRCULES ORDENADAS POR EURISTEO[282]

1. Cuando era niño estranguló con sus dos manos a dos serpientes que Juno le había enviado[283]. Por ello fue llamado Primigenio[284].

2. Mató al león de Nemea, que era invulnerable. Luna lo había criado en una cueva de doble boca[285]; su piel la conservó Hércules para cubrirse.

3. Mató a la Hidra de Lerna, hija de Tifón, con sus nueve cabezas, junto a la fuente de Lerna[286]. Ésta tenía un veneno tan letal que era capaz de matar a los hombres con su hálito y, si alguien pasaba junto a ella mientras dormía, inhalaba su rastro, y moría con el mayor tormento. La mató gracias a las indicaciones de Minerva[287], la destripó e impregnó sus flechas en la hiel de la Hidra. Así pues, nada que en lo sucesivo fuera tocado con sus flechas, podía esquivar la muerte. También él mismo pereció más tarde en Frigia[288] por esta causa.

4. Mató al jabalí de Erimanto[289].

5. Trajo vivo a presencia del rey Euristeo un ciervo[290] salvaje, con la cornamenta de oro, que estaba en Arcadia.

6. Mató con sus flechas en la isla de Marte a las aves Estinfálides, que atacaban lanzando sus plumas a modo de dardos[291].

7. Limpió en un solo día el estiércol de los bueyes del rey Augías, siendo Júpiter su ayudante en gran medida. Haciendo pasar un río, hizo desparecer todo el estiércol[292].

8. Trajo vivo a Micenas desde la isla de Creta el toro con el que yació Pasífae[293].

9. Con la ayuda de su criado Abdero[294] mató a Diomedes, rey de Tracia, y a sus cuatro caballos, que se alimentaban de carne humana. Los nombres de los caballos eran Podargo, Lampón, Janto[295] y Dino.

10. Arrebató el cinturón a la Amazona Hipólita[296], reina de las Amazonas, hija de Marte y de la reina Otrera. Entonces le concedió a Antíope como cautiva a Teseo.

11. Mató con una sola flecha a Geríon, de tres cuerpos, hijo de Crisáor.

12. Mató al enorme Dragón, hijo de Tifón, junto al monte Atlas, que solía custodiarlas manzanas de oro de las Hespérides, y le llevó las manzanas al rey Euristeo.

13. Al can Cérbero, hijo de Tifón, se lo llevó desde los Infiernos a presencia del rey.

 XXXI. PRUEBAS SECUNDARIAS[297] DEL MISMO

1. Mató en Libia a Anteo, hijo de Tierra. Éste obligaba a sus huéspedes a luchar consigo y los mataba cuando estaban extenuados. Hércules lo mató luchando[298].

2. En Egipto mató a Busiris, que tenía por costumbre inmolar a los forasteros. Cuando Hércules oyó hablar de su norma, consintió en ser llevado al altar con las ínfulas[299], pero en el momento en que Busiris se aprestaba a suplicar a los dioses, Hércules lo mató con su clava a él y a cuantos le ayudaban en los sacrificios.

3. Mató a Cicno, hijo de Marte[300], tras haberlo vencido con las armas. Cuando Marte llegó allí y quiso batirse con él por medio de las armas a causa de su hijo, Júpiter lanzó un rayo entre ellos.

4. Mató en Troya al monstruo marino al que Hesíone había sido expuesta. Mató con sus flechas a Laomedonte, padre de Hesíone, porque no se la entregaba[301].

5. Mató con sus flechas a la refulgente[302] águila que le roía el corazón[303] a Prometeo.

6. Mató a Lico, hijo de Neptuno, por haber querido asesinar tanto a su esposa Mégara, hija de Creonte, como a sus hijos Terímaco y Ofites[304].

7. El río Aqueloo se metamorfoseaba en todo tipo de figuras. Éste, al luchar con Hércules por el matrimonio de Deyanira, se convirtió en un toro al que Hércules arrancó un cuerno que regaló a las Hespérides o Ninfas, y que las diosas llenaron de frutos y llamaron Cuerno de la Abundancia[305].

8. Mató a Neleo, hijo de Hipocoonte, y a diez hijos suyos[306], porque no quiso purificarlo ni limpiarlo después de haber matado a su esposa Mégara, hija de Creonte, y a sus hijos Terímaco y Ofites.

9. Mató a Éurito, porque cuando Hércules le pidió en matrimonio a su hija Yole, aquél lo rechazó.

10. Mató al Centauro Neso porque quiso violar a Deyanira.

11. Mató al Centauro Euritión porque pidió como esposa a Deyanira, hija de Dexámeno[307], que era su prometida.

 XXXII. MÉGARA

1. Cuando Hércules fue enviado por el rey Euristeo ante el perro de tres cabezas, y Lico, hijo de Neptuno, creyó que aquél había perecido, quiso matar a su esposa Mégara, hija de Creonte, y a sus hijos Terímaco y Ofites, y apoderarse del trono.

2. Hércules se presentó allí y mató a Lico. Más tarde, víctima de un ataque de locura provocado por Juno, mató a Mégara y a sus propios hijos Terímaco y Ofites[308].

3. Cuando la cordura volvió a su mente, solicitó de Apolo que se le diera una respuesta sobre cómo debía expiar el crimen. Dado que Apolo no quiso ofrecerle respuesta alguna, Hércules —airado— arrebató de su templo el trípode, que después tuvo que devolver por mandato de Júpiter, y éste ordenó a Apolo que le otorgara un vaticinio aunque no quisiera.

4. Por ello Hércules fue entregado como esclavo[309] por Mercurio a la reina Ónfale.

 XXXIII. LOS CENTAUROS

1. Tras haber llegado Hércules a la corte del rey Dexámeno para hospedarse, y haber desflorado a su hija Deyanira, prometió que la tomaría por esposa. Después de partir, el Centauro Euritión, hijo de Ixíon y de Nube, pidió a Deyanira por esposa. El padre de ésta, temiendo el uso de la fuerza, prometió que se la daría.

2. Fijado el día, se presentó a la boda con sus hermanos. Se presentó Hércules, mató al Centauro y se llevó a su prometida.

3. Asimismo en otra boda, cuando se casó Pirítoo con Hipodamía, hija de Adrasto, los Centauros, ahitos de vino, intentaron raptar a las esposas de los lápitas. Los Centauros mataron a gran número de éstos, pero perecieron a manos de ellos[310].


 XXXIV. NESO

1. Al Centauro Neso, hijo de Ixíon y de Nube, le suplicó Deyanira que la pasara a la otra orilla del río Eveno. Llevándola a lomos, quiso violarla en el propio curso del río. Cuando Hércules llegó a aquel lugar y Deyanira le imploró su auxilio, él atravesó a Neso con sus flechas.

2. Neso, en el trance de morir, sabiendo cuán letal era el poder del veneno que contenían aquellas flechas, por estar impregnadas en la hiel de la Hidra de Lema, recogió su propia sangre, se la brindó a Deyanira y le aseguró que se trataba de un filtro amoroso[311]. Y añadió que si quería que su cónyuge no la repudiara, debería impregnar completamente su vestimenta con ella. Deyanira, crédula, la guardó y escondió con todo esmero[312].

 XXXV. YOLE

Hércules, después de pedir en matrimonio a Yole, hija de Éurito, y de que éste lo rechazara, atacó Ecalia. Hércules, a pesar de las súplicas de la doncella, quiso matar a sus padres ante sus propios ojos[313]. Ella, con muy firme ánimo, soportó que sus padres fueran asesinados en su presencia. Cuando los hubo matado a todos[314], envió por delante de él a Yole como cautiva junto a Deyanira.

 XXXVI. DEYANIRA

1. Deyanira, hija de Eneo, esposa de Hércules, cuando vio que Yole, doncella de excepcional belleza, le había sido llevada como cautiva, temió que le arrebatase a su esposo. Y así, acordándose de la advertencia de Neso, envió a un criado llamado Licas para que le llevara a Hércules una túnica impregnada en la sangre del Centauro.

2. Después, un poco de sangre que había goteado hasta la tierra, alcanzada por el sol, comenzó a arder. Cuando Deyanira lo observó, comprendió que aquello no era como le había dicho Neso, y envió a alguien para que hiciera volver a aquél a quien había dado la túnica.

3. Hércules se la había puesto ya, y al punto comenzó a abrasarse. Habiéndose arrojado a un río para apagar el fuego[315], salía una llama mayor. Y, al querer quitarse la túnica, las vísceras se desprendían con ella[316].

4. Entonces Hércules lanzó rodando al mar a Licas, que le había traído la túnica. En el lugar en que cayó surgió un peñasco que se denomina Licas[317].

5. Se dice que en ese momento Filoctetes, hijo de Peante, levantó en el monte Eta una pira en honor de Hércules, y que éste alcanzó la inmortalidad. Por este favor Hércules regaló a Filoctetes su arco[318] y sus flechas.

6. Por esto que le acaeció a Hércules, Deyanira se suicidó.

 XXXVII. ETRA

1. Neptuno y Egeo, hijo de Pandíon, yacieron durante una misma noche con Etra, hija de Piteo, en el santuario de Minerva[319]. Neptuno cedió a Egeo la paternidad del hijo que naciera de ella.

2. Egeo, por su parte, cuando se disponía a volver desde Trecén a Atenas, depositó su espada bajo una piedra, y ordenó a Etra que le enviara al hijo cuando pudiera levantar la piedra y extraer la espada de su padre. En ello estribaría el indicio del reconocimiento de su hijo.

3. Y así, Etra dio a luz después a Teseo. Cuando éste llegó a la edad viril, su madre le reveló las prescripciones de Egeo, le mostró la piedra para que extrajera la espada y le mandó partir a Atenas a la corte de Egeo. Teseo[320] mató a todos los que infestaban el camino.

 XXXVIII. LOS TRABAJOS[321] DE TESEO[322]

1. Mató con las armas a Corinetes, hijo de Neptuno[323].

2. Se deshizo de Pitiocamptes[324], que obligaba a los que pasaban por el camino a doblar con él un pino hasta el suelo, de modo que quien lo había sujetado con él, salía despedido con todas sus fuerzas. De esta forma quedaba gravemente aplastado contra el suelo y perecía. A éste lo mató.

3. Mató a Procrustes, hijo de Neptuno. Cuando venía un huésped a su casa, si era bastante alto, le ofrecía el lecho más pequeño, y le cortaba la parte del cuerpo que sobraba. Pero sí era más bajo de estatura, le ofrecía el lecho más largo, y colgándole unos yunques, lo estiraba hasta que coincidiera con la longitud del lecho. A éste lo mató[325].

4. Mató a Escirón, que se sentaba en un lugar escarpado junto al mar, y a quien pasaba por el camino, le obligaba a lavarle los pies, y en ese momento lo precipitaba al mar. A éste Teseo lo arrojó al agua con igual muerte, por lo que las rocas fueron llamadas Escironias[326].

5. Mató con las armas a Cercion, hijo de Vulcano[327].

6. Mató un jabalí[328] que había en Cremión[329].

7. Mató un toro que había en Maratón, que Hércules había traído desde Creta ante Euristeo[330].

8. Mató al Minotauro en la ciudad de Cnoso[331].

 XXXIX. DÉDALO

Dédalo, hijo de Eupálamo, de quien se dice que había recibido de Minerva el arte de la construcción, arrojó desde lo alto de un tejado a Perdiz[332], hijo de su hermana, por envidia de su ingenio, porque había sido el primero en inventar la sierra. Por este crimen partió al destierro desde Atenas a Creta, a la corte del rey Minos.

 XL. PASÍFAE

1. Pasífae, hija de Sol, esposa de Minos, no había ofrecido sacrificios a la diosa Venus durante varios años. Por ello Venus le infundió un amor abominable: unirse, bajo otra apariencia, al toro del que ella se había encaprichado[333].

2. Cuando Dédalo llegó allí desterrado, le pidió ayuda a Pasífae. Él le fabricó una vaca de madera y la recubrió con el cuero de una vaca verdadera; dentro de ella Pasífae copuló con el toro. De esta unión concibió al Minotauro, con cabeza de toro y cuerpo humano[334].

3. Entonces Dédalo construyó para el Minotauro un laberinto de salida inextricable[335], en el que fue encerrado.

4. Conocido el hecho, Minos metió a Dédalo en prisión, pero Pasífae lo liberó de las cadenas. Así pues, Dédalo fabricó y acopló unas alas a su cuerpo y al de su hijo Ícaro, y salieron volando de allí. Ícaro, elevándose a gran altura, calentada la cera por el sol[336], cayó al mar, que por ello se llamó «mar Icario». Dédalo llegó volando hasta la corte del rey Cócalo, en la isla de Sicilia.

5. Otros dicen que, cuando Teseo mató al Minotauro, mandó volver a Dédalo a Atenas, su patria[337].

 XLI. MINOS

1. Cuando Minos, hijo de Júpiter y de Europa, luchó contra los atenienses, su hijo Andrógeo murió en el combate[338]. Después de derrotar a los atenienses, éstos comenzaron apagar un tributo a Minos. Estableció, pues, que cada año enviaran a siete de sus hijos como alimento para el Minotauro[339].

2. Teseo, después de llegar de Trecén y de oír qué gran calamidad afligía a la ciudad, prometió ir voluntariamente ante el Minotauro.

3. Al despedirlo, su padre le ordenó que —si regresaba victorioso— debía izar velas blancas en la nave. En efecto, quienes eran enviados al Minotauro navegaban con velas negras.

 XLII. TESEO ANTE EL MINOTAURO

Cuando Teseo llegó a Creta, Ariadna, hija de Minos, se enamoró de él hasta el punto de traicionar a su hermano y salvar al extranjero. Ella, en efecto, mostró a Teseo cómo salir del laberinto. Una vez que Teseo entró allí y mató al Minotauro, logró salir al exterior devanando un ovillo de acuerdo con el consejo de Ariadna; y se la llevó para casarse con ella, conforme a la palabra que le había dado.

 XLIII. ARIADNA

1. Teseo, retenido en la isla de Día[340] por una tempestad, pensando que si llevaba a Ariadna a su patria supondría una deshonra para él, la dejó abandonada en dicha isla mientras ésta dormía. Líber se enamoró de ella y se la llevó de allí para tomarla por esposa.

2. Pero Teseo, en el curso de la navegación, se olvidó de cambiar las velas negras[341]. Y así, su padre Egeo, creyendo que Teseo había sido devorado por el Minotauro, se precipitó al mar, por lo que fue denominado «mar Egeo».

3. Teseo, por su parte, tomó en matrimonio a Fedra[342], hermana de Ariadna.

 XLIV. CÓCALO

Minos, puesto que por culpa de Dédalo le habían sobrevenido muchos contratiempos, persiguió a éste hasta Sicilia y pidió al rey Cócalo que se lo entregara. Como Cócalo se lo había prometido y Dédalo se había enterado, pidió éste ayuda a las hijas del rey. Ellas mataron a Minos.

 XLV. FILOMELA[343]

1. El tracio Tereo, hijo de Marte, que se había casado con Procne, hija de Pandíon, fue a Atenas ante su suegro Pandíon para pedirle que le concediera en matrimonio a Filomela, su otra hija[344], y le dijo que Procne había muerto.

2. Pandíon le dio su consentimiento, y dejó marchar a Filomela y a unos acompañantes con ella. A ellos Tereo los lanzó al mar, y a Filomela —después de encontrarla en un monte— la violó[345]. Y cuando regresó a Tracia, entregó a Filomela al rey Linceo, cuya esposa Latusa al punto envió a la rival a Procne, puesto que ésta era amiga suya[346].

3. Al reconocer Procne a su hermana y descubrir el despiadado crimen de Tereo, comenzaron las dos a urdir de común acuerdo cómo devolver al rey una acción de tal jaez. Entretanto conoció Tereo por medio de unos prodigios cómo a su hijo Itis le acechaba la muerte procedente de una mano cercana. Oído este vaticinio, pensando que su propio hermano Driante[347] tramaba la muerte para su hijo, mató a su hermano Driante, que era inocente.

4. Procne, por su parte, mató a su hijo Itis, nacido de ella y de Tereo, se lo sirvió en un banquete y huyó con su hermana.

5. Conocido el crimen, Tereo persiguió a las fugitivas, y sucedió que —por compasión de los dioses— Procne se transformó en golondrina, Filomela en ruiseñor. En cuanto a Tereo, dicen que fue convertido en gavilán[348].

La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados