Higinio : fabulas 3

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XV. LAS LEMNÍADES

1. En la isla de Lemnos, las mujeres durante algunos años no habían ofrecido sacrificios en honor de Venus; debido a la ira de ésta, sus maridos tomaron por esposas a mujeres tracias y despreciaron a las primeras[232]. Pero las lemníades, conjuradas por instigación de la misma Venus, acabaron con todo el linaje de hombres que allí había, excepto Hipsípila, que escondió en una nave a su padre Toante, a quien una tempestad arrastró hasta la isla Táurica[233].

2. Entretanto, los Argonautas se acercaron a Lemnos en el curso de su navegación. Cuando los vio Ifínoe, guardiana de la puerta, se lo anunció a la reina Hipsípila, a quien Polixo[234], mujer de avanzada edad, le aconsejó que los ligara a sus hospitalarias mansiones.

3. Hipsípila procreó de Jasón dos hijos, Euneo y Deípilo[235].

4. Tras ser retenidos allí muchos días, partieron reprendidos por Hércules.

5. Pero las lemníades, después de enterarse de que Hipsípila había salvado a su padre, intentaron matarla; ella se dio a la fuga. Unos bandidos la capturaron, la deportaron a Tebas y la vendieron al rey Lico[236] como esclava.

6. Por otra parte, todas las lemníades que habían concebido hijos de los Argonautas, les impusieron los nombres de éstos[237].

XVI. CÍZICO

1. Cízico, hijo de Eusoro, rey en una isla de la Propontide acogió a los Argonautas con generosa hospitalidad. Éstos, habiéndose alejado de él y navegado durante todo un día, tras haberse desencadenado una tempestad durante la noche, fueron llevados sin saberlo ellos a la misma isla[238].

2. Cízico, creyendo que eran enemigos pelasgos, entabló con ellos combate en la oscuridad de la noche en la playa, y fue muerto por Jasón. Al día siguiente, al acercarse Jasón a la costa y comprobar que había matado al rey, le dio sepultura y entregó el reino a sus hijos[239].

XVII. ÁMICO

Ámico, hijo de Neptuno y de Melie, era rey de Bebricia[240]. A quien llegaba a su reino le obligaba a luchar con él con guantes de pugilato y hacía perecer a los vencidos. Cuando éste provocó a los Argonautas a la lucha, Pólux contendió con él y lo mató[241].

XVIII. LICO

Lico, rey de una isla de la Propontide[242], recibió a los Argonautas de forma hospitalaria en agradecimiento porque habían matado a Ámico, que lo hostigaba con frecuencia[243]. Durante la estancia en la corte de Lico, los Argonautas salieron a recoger heno, e Idmon, hijo de Apolo, pereció abatido por un jabalí. En el largo tiempo que les llevó darle sepultura murió Tifis, hijo de Forbante. Entonces los Argonautas entregaron el pilotaje de la nave Argo a Anceo, hijo de Neptuno.

XIX. FINEO

1. Fineo, hijo de Agénor, tracio, tuvo de Cleopatra dos hijos. A éstos su padre los había cegado por una acusación de la madrastra[244].

2. También se dice que Apolo concedió a este Fineo el don de augurar. Éste, por desvelar los designios de los dioses, fue cegado por Júpiter, y le colocó a su lado a las Harpías, que se dice que son «perras de Júpiter[245]», para que le arrebataran el alimento de su boca.

3. Tras haber llegado los Argonautas a su presencia y haberle pedido que les indicara el camino, dijo que se lo enseñaría si lo libraban de su castigo. Entonces Zetes y Calais, hijos del viento Aquilón y de Oritía, de quienes se dice que tenían alas en la cabeza y en los pies, ahuyentaron a las Harpías hasta las islas Estrófades y liberaron a Fineo de su castigo.

4. Éste les enseñó cómo podrían pasar las Simplégades. Les dijo que soltaran una paloma una vez que estas rocas se hubieran separado tras haber chocado entre sí (…)[246] ellos debían retroceder. Gracias a Fineo los Argonautas cruzaron las Simplégades.

XX. LAS ESTINFÁLIDES

Cuando los Argonautas llegaron a la isla de Día, unas aves comenzaron a herirlos con sus plumas como si fueran flechas. Al no poder hacer frente a tan gran cantidad de aves, siguiendo la advertencia de Fineo, tomaron los escudos y lanzas (y) las ahuyentaron con gran estrépito, a la manera de los Curetes[247].

XXI. LOS HIJOS DE FRIXO

 

 

1. Cuando los Argonautas se adentraron en el mar denominado Euxino a través de los peñascos Ciáneos, que son llamados rocas Simplégades, navegaron errantes y fueron llevados por voluntad de Juno a la isla de Día.

2. Allí se encontraron a los hijos de Frixo y de Calcíope: Argos, Fróntide, Melas y Cilindro, como náufragos desnudos y desvalidos. Éstos expusieron sus infortunios a Jasón diciendo que en su precipitada marcha hacia su abuelo Atamante, fueron arrojados allí a consecuencia de un naufragio. Jasón los acogió y les dispensó ayuda. Ellos condujeron a Jasón hasta la Cólquide por el curso del río Termodonte.

3. No estando ya lejos de la Cólquide, ordenaron varar la nave en un lugar oculto, se presentaron ante su madre Calcíope, hermana de Medea, y le manifestaron los favores que Jasón les había dispensado y por qué habían venido. Entonces Calcíope les habló de Medea, y la condujo junto con sus propios hijos hasta Jasón.

4. Cuando Medea lo vio, reconoció a aquel de quien se había enamorado en sueños a instancias de Juno, y le prometió todo tipo de ayuda, y lo condujeron al templo.

XXII. EETES

1. A Eetes, hijo de Sol, se le había vaticinado que había de poseer el reino tanto tiempo como permaneciera en el santuario de Marte el vellocino que Frixo había consagrado.

2. Y así Eetes impuso a Jasón la siguiente prueba[248]: si quería llevarse el vellocino de oro, debía uncir a un yugo de acero unos toros de pezuñas de bronce que exhalaban llamas por las narices, y además debía arar y sembrar los dientes del Dragón contenidos en un yelmo, de los que nacería inmediatamente una raza de hombres armados que se matarían entre sí[249].

3. Juno, por su parte, siempre deseó la salvación de Jasón, porque habiendo llegado a un río con la intención de tantear los corazones de los hombres, se hizo pasar por una anciana y se puso a pedir que la pasaran a la otra orilla. Aunque los demás que lo habían vadeado, la habían desatendido, Jasón la transportó[250].

4. Así pues, sabiendo que Jasón no podría cumplir lo mandado sin el concurso de Medea, pidió a Venus que le inspirara el amor de Medea. Jasón fue amado por ésta a instancias de Venus. Con la ayuda de aquélla, Jasón se vio libre de todo peligro. En efecto, tras haber arado con los toros y haber brotado los hombres armados, aconsejado por Medea, arrojó una piedra entre ellos. Éstos, luchando entre sí, se mataron unos a otros. Por su parte, adormecido el Dragón por una pócima, sustrajo la piel del santuario y partió con Medea rumbo a su patria.

XXIII. APSIRTO

 

 

1. Cuando Eetes se enteró de que Medea había huido con Jasón, tras haber aparejado una nave, envió a su hijo Apsirto con una escolta armada para perseguirla. Habiendo ido en su persecución hasta el palacio de Alcínoo, situado en el mar Adriático, en Istria[251], y queriendo combatir con las armas, Alcinoo medió entre ellos para que no peleasen. Tomaron a éste como árbitro, quien los emplazó para el día siguiente.

2. Como Alcínoo se encontraba un tanto triste y su esposa Arete le preguntara cuál era el motivo de su pesadumbre, dijo que había sido nombrado juez por parte de dos pueblos rivales, colcos y argivos[252]. Al interrogarle Arete qué sentencia iba a dictar, respondió Alcínoo que si Medea era virgen, se la devolvería a su padre, pero que si ya era mujer[253], se la daría a su esposo.

3. Cuando Arete oyó esto a su esposo, envió a un mensajero ante Jasón, y éste desvirgó a Medea de noche en una cueva. Al día siguiente, habiendo acudido ellos al juicio, tras haberse verificado que Medea era ya mujer, fue entregada a su esposo.

4. Sin embargo, cuando partieron, Apsirto —que temía las órdenes de su padre— los persiguió hasta la isla de Minerva. Allí, mientras Jasón estaba realizando sacrificios en honor de Minerva, apareció Apsirto y fue asesinado por Jasón. Medea dio sepultura a su cuerpo y partieron de allí[254].

5. Los colcos que habían acompañado a Apsirto, por temor a Eetes, se quedaron allí y fundaron una ciudad que llamaron Apsoris[255], a partir del nombre de Apsirto. Esta isla está situada en Istria, frente a Pula, muy cerca de la isla de Canta[256].

XXIV. JASÓN. LAS PELÍADES

 

 

1. Jasón, después de haber arrostrado tantos peligros por orden de su tío paterno Pelias, comenzó a maquinar cómo lo mataría sin levantar sospechas. Medea le prometió que ella lo haría.

2. Y así, cuando estaban ya lejos de la Cólquide, ordenó varar la nave en un lugar oculto, en tanto que ella se presentó ante las hijas de Pelias como si fuera sacerdotisa de Diana, y les prometió que ella rejuvenecería a su anciano padre Pelias. Pero Alcestis, la hija mayor, dijo que esto no podía llevarse a cabo.

3. Medea, para atraer a ésta más fácilmente a su voluntad, arrojó una oscura nube sobre ellas y, por medio de unos brebajes, realizó muchos prodigios que parecían verosímiles, e introdujo un carnero viejo en un caldero de bronce, de donde pareció que saltaba un bellísimo cordero[257].

4. Y después, de este mismo modo, las pelíades, es decir, Alcestis[258], Pelopia, Medusa, Pisidice e Hipótoe, a instigación de Medea, cocieron en el caldero de bronce a su padre muerto. Al verse burladas, huyeron de la patria.

5. A su vez Jasón, recibida una señal de Medea, se apoderó del palacio real y entregó el trono de su padre a Acasto, hijo de Pelias, hermano de las pelíades, por haber ido con él a la Cólquide. Y Jasón partió con Medea a Corinto[259].

XXV. MEDEA

1. Después de haber tenido ya Medea, hija de Eetes y de Idía, dos hijos de Jasón, Mérmero y Feres, y de haber vivido ambos en perfecta armonía, se le echaba en cara a Jasón que un hombre tan valiente, atractivo y noble, tuviera por esposa a una extranjera y además hechicera.

2. Creonte, hijo de Meneceo[260], rey de Corinto, le dio a Jasón por esposa a su hija menor Glauce. Cuando Medea se vio ultrajada por tan gran afrenta, ella, que se había portado tan bien con Jasón, impregnó una corona de oro con venenos y mandó a sus hijos que se la dieran a la madrastra como un obsequio.

3. Creusa[261], recibido el regalo, murió abrasada junto con Jasón[262] y Creonte. Medea, al ver el palacio en llamas, mató a los hijos que ella había tenido con Jasón, Mérmero y Feres, y huyó de Corinto.

XXVI. MEDEA DESTERRADA

 

 

1. Medea, desterrada de Corinto, llegó a Atenas para hospedarse en el palacio de Egeo, hijo de Pandíon, y se casó con él. De él nació Medo.

2. Más tarde la sacerdotisa de Diana comenzó a hostigar a Medea, y decía al rey que no podía celebrar piadosamente los ritos sagrados porque en esa ciudad había una mujer hechicera y criminal. Entonces fue desterrada por segunda vez.

3. Medea, por su parte, regresó de Atenas a la Cólquide en un carro tirado por dragones[263]. Durante el trayecto se detuvo en Apsoris, donde estaba enterrado su hermano Apsirto[264]. Allí los apsoritanos no podían hacer frente a una plaga de serpientes. Entonces Medea, accediendo a sus súplicas, las juntó y las arrojó a la tumba de su hermano[265]. Todavía permanecen allí y, si alguna sale fuera de la tumba, muere[266].

XXVII. MEDO

 

 

1. A Perses, hijo de Sol y hermano de Eetes, se le había vaticinado que se precaviera de la muerte a manos de un descendiente de Eetes. A Medo, mientras andaba buscando a su madre, una tempestad lo arrastró ante el rey Perses; los guardias lo condujeron prisionero ante dicho rey.

2. Medo, hijo de Egeo y de Medea, al ver que había caído en manos de un enemigo, mintió diciendo que él era Hípotes, hijo de Creonte. El rey lo investigó con gran diligencia y ordenó que fuera enviado a la cárcel. Se dice que hubo allí esterilidad y escasez de alimentos.

3. Habiendo llegado allí Medea en un carro tirado por dragones, se hizo pasar por sacerdotisa de Diana ante el rey, y dijo que ella podía conjurar la esterilidad. Y cuando oyó decir al rey que Hípotes, hijo de Creonte, estaba detenido en la cárcel, pensando que él habría llegado para vengar el ultraje infligido a su padre, allí traicionó a su propio hijo, sin saber que lo era.

4. En efecto, ella persuadió al rey de que aquél no era Hípotes, sino Medo, hijo de Egeo, enviado por su madre para matar al rey, y pidió a éste que se lo entregara para matarlo, estimando que se trataba de Hípotes.

5. Y así, cuando Medo iba a ser conducido ante ella para pagar la mentira con la muerte, al ver Medea que la realidad era distinta de como había pensado, dijo que quería conversar con él, le entregó una espada y le mandó vengar las ofensas infligidas a su abuelo[267]. Medo, oído el relato, mató a Perses y se apoderó del reino de sus antepasados. A partir de su nombre denominó a aquella tierra Media[268].

XXVIII. OTO Y EFIALTES

1. Se dice que Oto y Efialtes, hijos de Aloeo y de Ifimede, hija de Neptuno, eran de un admirable tamaño[269]. Cada mes iban creciendo nueve dedos. Y de este modo, al cumplir los nueve años[270], intentaron subir al cielo.

2. Se procuraron el acceso de la siguiente manera: colocaron el monte Osa sobre el Pelio (por lo que el Pelio es llamado también monte Osa[271]), y apilaron otros montes[272]. Descubiertos por Apolo, fueron muertos por él.

3. Otros autores, en cambio, dicen que los hijos de Neptuno y de Ifimede habían sido invulnerables. Habiendo querido violar a Diana, como ésta no podía hacer frente a sus fuerzas, Apolo envió una cierva entre ellos. Encendidos de furor, al querer matarla con sus jabalinas, se mataron mutuamente[273].

4. Se dice que sufren en los Infiernos el siguiente castigo: están amarrados con serpientes a una columna, dándose la espalda el uno al otro. Entre ellos hay un autillo[274] posado sobre[275] la columna a la que están atados[276].

XXIX. ALCMENA

1. Cuando Anfitrión se había ausentado para atacar Ecalia, Alcmena —creyendo que Júpiter era su esposo— lo acogió en su tálamo. Tras haber llegado éste al lecho nupcial y haberle referido las gestas llevadas a cabo en Ecalia, ella —creyendo que se trataba de su esposo— se acostó con él[277].

2. Júpiter yació tan a gusto con ella que suprimió un día y unió dos noches[278], de tal forma que Alcmena se extrañó de una noche tan larga. Después, cuando le anunciaron que su esposo acababa de llegar victorioso, no le dio ninguna importancia, porque pensaba que ya había visto a su esposo.

3. Cuando Anfitrión entró en el palacio y la vio indiferente y con tanta apatía, comenzó a extrañarse y a quejarse de que no lo hubiera acogido al llegar, a lo que Alcmena respondió: «Ya has venido hace tiempo, te has acostado conmigo y me has contado las gestas que habías llevado a cabo en Ecalia».

4. Al narrar ella todos los detalles, se dio cuenta Anfitrión de que alguna divinidad lo había suplantado[279]. Desde aquel día no se acostó con ella[280]. Ésta, encinta de Júpiter, dio a luz a Hércules.