Pintores: Tiziano

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Entre 1508-1510, cuando se fechan sus primeras obras, y hasta su muerte en 1576, Tiziano protagonizó una de las trayectorias más apasionantes del arte occidental, convirtiéndose en el pintor más aclamado de su tiempo y encarnando un forma de entender la pintura que hacía del color su principal valor expresivo, de enorme trascendencia futura. Para rendir tributo a su legado, el Museo del Prado, propietario de la mayor colección de obras de Tiziano como consecuencia de la privilegiada relación del pintor con los monarcas españoles, le dedica esta exposición antológica que, con 65 obras distribuidas en cinco ámbitos, es también una de las más completas a él consagradas. Entre el numeroso conjunto de obras expuestas, figuran más de treinta pinturas procedentes de museos e instituciones extranjeras nunca exhibidas en España, como La Venus de Urbino (Florencia, Galleria degli Uffizi), Salomé (Roma, Galleria Doria Pamphilj), ‘La Schiavona’ (Londres, National Gallery), Hombre del guante(París, Louvre), Tarquino y Lucrecia (Cambridge, Fitzwilliam Museum) o El castigo de Marsyas (Kromeriz, Palacio Arzobispal) de Tiziano, que se unirán a las numerosas obras maestras del artista que atesora el propio Prado. La exposición incluye también El Festín de los dioses de Giovanni Bellini (Washington, National Gallery of Art) por ser una de las obras que formaba parte del conjunto de obras de Tiziano del famoso Camerino d’Alabastro del palacio ducal de Ferrara.

 Salomé-Prado

Nacido en Pieve di Cadore, en el Véneto alpino, hacia 1488, Tiziano alcanzó un enorme prestigio en su época, gozando de una posición acomodada entre la sociedad veneciana. Por sus pinceles pasó lo más selecto de la aristocracia italiana y europea y, desde su juventud, fue admirado y solicitado por su capacidad artística. Formado con Giovanni Bellini (1430-1516) y ayudante de Giorgione (1475-1510), con quien trabajó en la decoración del Fondaco dei Tedeschi en 1508, su ascenso entre los pintores venecianos se vio favorecido por la muerte de su maestro Bellini en 1516. Ese año asumió el puesto de pintor oficial de la República veneciana, al tiempo que comenzó a recibir encargos de algunas de las principales cortes principescas del norte de Italia, y cosechó sus primeros éxitos en la ciudad de los canales con la ejecución del retablo de la Asunción de la Virgen para la iglesia de Santa María Gloriosa de los Frari.

Mercaderes, nobles, el dux, el Papa, o la familia de los Habsburgo fueron sus principales clientes y mecenas. Sucesivamente, durante la década de los veinte y los treinta, Tiziano realizó numerosas obras para la clientela veneciana y también para las cortes de los Este en Ferrara, los Gonzaga en Mantua, y los Della Rovere en Urbino. En 1525, Tiziano contrajo matrimonio con Cecilia, con la que ya había tenido dos hijos, Pomponio y Orazio, y que moriría cinco años más tarde al dar a luz a su hija Lavinia. Fueron años de incesante actividad en los que el pintor trabó amistad con influyentes personajes, artistas y literatos, lo cual habría de reportarle enormes beneficios personales y profesionales. En 1527, conoció al poeta Pietro Aretino quien, huyendo del Saco de Roma, se estableció en la ciudad de los canales donde escribió exaltados textos laudatorios hacia la obra del veneciano.

En 1530, entró en contacto con Carlos V con motivo de su coronación en Bolonia, retratándole una segunda vez en 1533, tras lo cual el emperador, muy satisfecho con su arte, le distinguió con el nombramiento de conde palatino y caballero de la Espuela de Oro. Desde entonces su actividad profesional quedó estrechamente vinculada a la familia de los Habsburgo, convirtiéndose el emperador y después su hijo Felipe II en sus principales clientes. En 1545, Tiziano visitó Roma llamado por el Papa Paulo III, quien deseaba que residiera en la Ciudad Eterna para trabajar para su familia, los Farnesio. Pero el pintor nunca quiso abandonar definitivamente Venecia y, aunque se ausentó de ella en diversas ocasiones, como las visitas que hizo a Augsburgo en 1448 y 1550 para retratar a Carlos V, también rechazó la invitación de Felipe II para viajar a España y participar en la decoración del monasterio de El Escorial. Allí murió el 27 de agosto de 1576 como consecuencia de una epidemia de peste. Era tan grande su prestigio y la admiración que le profesaban los venecianos que el Senado, que obligaba a incinerar todos los cadáveres de las personas fallecidas por dicho mal, suprimió esta norma en su caso y permitió que sus restos fueran sepultados en la iglesia de los Frari, la misma en la que inició su extraordinaria trayectoria artística con el retablo dedicado a la Asunción de la Virgen.

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