diogenes laercio: pitaco

maraviilla-5

PITACO
1. Pitaco, hijo de Hirradio, nació en Mitilene;
pero su padre fue de Tracia, según escribe
Duris. Pitaco, en compañía de los hermanos de
Alceo, destronó a Melancro, tirano de Lesbos.
Disputándose con las armas los atenienses y
mitilenos los campos aquilitides, y siendo Pitaco
el conductor del ejército, salió a batalla singular
con Frinón, capitán de los atenienses, que
era pancraciaste y olimpiónico. Ocultó la red
debajo del escudo, enredó de improviso a
Frinón, y quitándole la vida, conservó a Mitilene
el campo por el cual peleaban, aunque después
se lo disputaron nuevamente ante Periandro,
oidor de esta causa, quien lo adjudicó a los
atenienses, según dice Apolodoro en las Crónicas.
Desde entonces tuvieron los mitilineos a
Pitaco en gran estima, y le dieron el mando, del
cual hizo voluntaria renuncia después de haber
gobernado diez años la República y puesto en
orden. Sobrevivió a esto otros diez años. Un
campo que los mitilineos le dieron, lo consagró,
y aún hoy se llama Pitaqueo. Sosícrates escribe
que habiendo quitado a este campo una pequeña
parte, dijo que aquella parte era mayor que el
todo.
2. No recibió una cantidad de dinero que
Creso le daba, diciendo que tenía doblado de lo
que quería: había heredado los bienes de su
hermano muerto sin hijos. Pánfilo dice, en el
libro II de sus Comentarios, que cuando estaba
Tirreo, hijo de Pitaco, en la ciudad de Cumas,
sentado en casa de un barbero, lo mató un
broncista tirándole un hacha; y que cuando los
cumanos enviaron al agresor a Pitaco, éste, luego
de conocer el caso, lo absolvió, diciendo que
el perdón era mejor que el arrepentimiento. Pero
Heráclito dice que habiendo ido preso a manos
de Alceo, le dio la libertad, diciendo que era
mejor el perdón que el castigo. Puso leyes contra la
embriaguez, por las cuales caía en doble pena
el que se embriagaba, a fin de que no lo hicieran,
aunque había mucho vino en la isla. Decía
que era cosa difícil ser bueno, de lo cual hace
también memoria Simónides, al decir:
Que es cosa muy difícil ser el varón perfectamente
bueno, de Pitaco es sentencia verdadera.
Platón en su Protágoras nos recuerda
aquellas sentencias de Pitaco: A la necesidad ni
aun los dioses repugnan. El mando manifiesta quién
es el hombre.
3. Al preguntarle una vez qué es lo mejor,
respondió: Ejecutar bien lo que se emprende. Le
preguntó Creso cuál era el imperio mayor, y
respondió que el de maderas diferentes, significando
por ello las leyes. Decía también que las
victorias habían de conseguirse sin sangre. A Focaico,
que decía que convenía buscar un hombre
diligente, respondió: No lo hallarás, por más que
lo busques. A unos que preguntaban qué cosa
sería muy grata, contestó: El tiempo. ¿Qué cosa
incógnita? Lo venidero. ¿Qué cosa fiel? La tierra.
¿Qué cosa infiel? El mar. También decía que es
propio de los varones prudentes precaverse de las
adversidades antes que vengan, y de los fuertes tolerarlas
cuando han venido. No publiques antes lo que
piensas hacer, pues si se te frustra se reirán de ti. A
nadie objetes su infelicidad, no sea que te expongas a
quejas bien fundadas. Vuelve a su dueño lo que recibieres
en depósito. No hables mal del amigo, ni tampoco
del enemigo. Ejercita la piedad. Ama la templanza.
Guarda verdad, fe, prudencia, destreza,
amistad y diligencia.
4. Sus adomenos más famosos son:
Contra el hombre malvado debe salir el
bueno bien armado. No habla verdad la lengua
cuantas veces el corazón procede con dobleces.
También escribió seiscientos versos elegíacos.
Y en prosa trató sobre las leyes, dedicándolo
a los ciudadanos. Su florecimiento fue por
la Olimpiada XLII, y murió gobernando Aristomenes,
el tercer año de la Olimpiada LII,
cuando ya era viejo y mayor de setenta años.
En el sepulcro le pusieron este epitafio:
Aquí sepulta la sagrada Lesbos a Pitaco,
su hijo,
con el llanto más sincero y prolijo.
Es apotegma suyo: Tempus nosce. Conoce la
ocasión o la oportunidad. Hubo otro Pitaco legislador,
de quien habla Favorino en el libro I de
sus Comentarios, y Demetrio en los Colombroños,
el cual Pitaco fue llamado por sobrenombre
el Pequeño.
5. Cuentan que Pitaco el sabio, al ser consultado
por un joven sobre casamiento, respondió
lo que dice Calímaco en los epigramas
siguientes:
Un joven atarnense, consultando a Pitaco,
nacido en Mitilene, hijo de Hirradio: Padre -le
decía-,
dos novias me depara la fortuna; la una me es igual
en sangre y bienes; mas la otra me excede en ambas
cosas.
¿Cuál deberé elegir? ¿Cuál me conviene? ¿Cuál de
las dos recibo por esposa? Alzó Pitaco el báculo
diciendo: Resolverán tu duda esos muchachos que
ves ahí con el látigo en la mano, en medio de la calle
dando giros; síguelos, y contempla lo que dicen.
Toma tu igual, decían; y el mancebo, que comprendió
el enigma brevemente, se casó con la
pobre como él era. Así, Dión amigo, que cases
con tu igual también te digo.
Tal parece que tenía razón para hablar
así, porque su mujer fue más noble que él, pues
era hermana de Dracón, hijo de Pentilo; mujer
sumamente soberbia con él.
6. Alceo llama a Pitaco sarápoda, y sárapon,
por tener los pies anchos y llevarlos arrastrando;
queiropoden, porque tenía grietas en los pies
a las cuales llaman queiradas; gáurica, porque se
ensoberbecía sin motivo; fúscona, fuscón, y gastron,
porque era tripudo; Zofodorpidan, porque
cenaba tarde y sin luz; agasirto, finalmente, porque
daba motivo para que hablaran de él, y
porque era muy sucio. Se ejercitaba moliendo
trigo, como dice Cleurco filósofo. Existe una
breve epístola suya, que dice así:
PITACO A CRESO
7. Me exhortas a que vaya a Lidia y vea
tus riquezas. Aunque no las he visto, me convenzo
que el hijo de Aliato es el más opulento
de los reyes. Yo no tendré más yendo a Sardes,
puesto que no necesito oro, nos basta lo que
poseo a mí y a mis familiares. Iré, sin embargo,
sólo por familiarizarme con un varón de tanta
hospitalidad.
BIANTE
l. Este filósofo, natural de Priena, hijo de
Teutamo, fue preferido por Sátiro entre los siete
sabios de Grecia. Dicen que fue rico. Duris
afirma que fue advenedizo a Priena; y Fanódico,
que habiendo rescatado ciertas doncellas
misenias que se hallaban cautivas, las consideró
como hijas, las dotó y las remitió a sus padres a
Misena. Poco después, al encontrar en Atenas
unos pescadores, como ya dijimos, el trípode de
oro con la inscripción: Para el más sabio, dice
Sátiro que las mismas doncellas salieron en
público, contaron lo que Biante había hecho por
ellas, y lo aclamaron sabio. Entonces le enviaron
el trípode; pero luego que lo vio, dijo: Apolo
es el sabio; y no lo admitió. Fanódico y otros
dicen que no fueron las doncellas quienes
aclamaron sabio a Biante, sino los padres de
éstas. Otros dicen que consagró el trípode a
Hércules en Tebas, por ser oriundo de ella, y
Priena su colonia; lo que afirma también Fanódico.
2. Dicen que cuando Aliate tenía cercada
a Priena, Biante engordó dos mulos y los introdujo
en el campo del enemigo; que al verlos, se
maravilló mucho Aliate de que hasta los animales
estuvieran tan lucidos en la plaza; y meditando
en levantar el cerco, envió un hombre a
ella para que observara su estado. Al saberlo
Biante, hizo enseguida muchos montones de
arena, los cubrió de trigo y los dejó ver al enviado;
y cuando lo supo Aliate, hizo paz con los
prieneses. Luego mandó llamar a Biante; más
este respondió: Yo mando a Aliate que coma ahora
cebollas, es decir, que llore.
3. También se dice que fue un vehementísimo
orador de causas; pero siempre usó bien
su elocuencia. A esto aludió Demódico. Lerio,
cuando dijo que el orador de causas debía imitar al
prienés. E Hiponacte solía decir en proverbio:
Mejor se ha portado que Biante prienés.
4. De este modo murió: después de orar
en defensa de un pleito de un amigo suyo
(siendo ya anciano) y descansando un poco de
esta fatiga, reclinó la cabeza en el seno de un
nieto suyo, hijo de su hija. También había orado
el contrario en la causa; y como los jueces sentenciaran
en favor del cliente de Biante, ganado
el pleito, fue hallado muerto en el seno mismo
del nieto. Lo enterró magníficamente la ciudad,
y escribió en su sepulcro este epitafio:
Cubre esta hermosa piedra y pavimento
al prienés Biante, honor de Jonia.
El mío dice así:
Aquí yace Biante, a quien Mercurio llevó
tranquilamente,
blanco nevado viejo, al sitio oscuro. Oró y venció
la causa de un amigo; y en el pecho de un
joven reclinado, vino a extender su sueño largamente.
5. Escribió de la Jonia hasta dos mil versos,
la manera en que principalmente podía ser
feliz. De sus adomenos, los más conocidos fueron
los siguientes:
Si vives en ciudad, placer procura a los
conciudadanos;
pues esto gusta a todos. Pero, por el contrario,
la arrogancia ha sido siempre a todos perniciosa.
Sus sentencias dicen: Ser fuerte en el cuerpo
es obra de la Naturaleza; mas decir lo útil a la patria
es cosa del ánimo y de la prudencia. Las riquezas
vinieron a muchos aun casualmente. Llamaba infeliz
a quien no podía sufrir la infelicidad, y enfermedad
del ánimo apetecer imposibles y olvidarse del
mal ajeno. Al preguntarle qué cosa es difícil,
respondió: Sufrir constantemente la decadencia del
propio estado. Navegando una vez con unos
impíos, como la nave fuese presa de una tormenta
y ellos invocaran a los dioses, les dijo:
Callad, no sea que los dioses os vean navegar aquí.
A un hombre impío que le preguntó qué cosa
es piedad, no le contestó nada; y cuando éste le
preguntó cuál era la causa de no responderle,
dijo: Callo porque preguntas cosas que no te pertenecen.
Al preguntarle qué cosa es dulce a los
hombres, respondió: La esperanza. Decía que
antes quería juzgar entre enemigos que entre amigos,
porque uno de los amigos había de quedar enemigo
del todo, pero de los enemigos debía uno hacérsele
amigo. Cuando le preguntaron otra vez qué
cosa deleita más al hombre, respondió: La ganancia.
Decía que conviene que midamos nuestra
vida tanto como si hubiésemos de vivir mucho,
cuanto habiendo de vivir poco. Que amemos como
que habemos de aborrecer; pues son muchos los malos.
Daba los consejos siguientes: Emprende con
lentitud lo que pienses ejecutar; pero una vez emprendido,
sé constante en ello. No hables atropelladamente,
pues indica falta de juicio. Ama la prudencia.
Habla de los dioses según son. No alabes a causa
de sus riquezas al hombre indigno. Si pretendes
alcanzar alguna cosa, que sea persuadiendo, no coartando.
Atribuye a los dioses lo bien que obrares.
Toma la sabiduría por compañera desde la juventud
hasta la vejez, pues es la más estable de todas las
posesiones.
6. También Hiponacte hace memoria de
Biante, como ya dijimos. Y el desapacible Heráclito
lo recomienda mucho, especialmente
cuando dice: En Priena nació Biante, hijo de Teutamo,
cuyo nombre es más respetable que el de los
otros. Y los prieneses le dedicaron una capilla
que llaman Teutamio. Tambien es suya la frase: los malos son muchos